Baje las escaleras, un poco mareada y
confusa con lo que acababa de pasar. Me acababa de decir que algo en sus
adentros le dice que me tenía que proteger, que me tenía envidia por ser…la
elegida. Llame a la puerta de Thyler, apoyando la espalda en la fría pared. En
unos pocos segundos la puerta se abrió y
Thyler apareció, mirando hacia dónde estaba apoyada.
- Que
rápida…-dijo con una bonita sonrisa blanca.
-Tengo que hablar contigo, pero
antes…-dije mirándome el brazo.
Me cogió por debajo de las rodillas y por
debajo de la nuca. Me sobresaltá por su gesto. Notaba su fuerte respiración, su
calor pasaba a través de mi ropa y sus ojos se clavaban en mí, aquellos
relucientes ojos dorados. Me dejo en su cama, suavemente. El edredón era suave.
No parecía la típica habitación de chico; era limpia, ordenada y con muchos
libros en una pequeña estantería, al lado de una ventana que daba a un balcón.
-Tienes que enseñarme el hombro, sino, no
voy a poder saber lo que te pasa.-dijo sonriendo pícaramente mientras se
acercaba a mí.
-Cuando esté perfectamente, me las
pagarás que lo sepas.- le dije un poco enfadada, aunque en el fondo creo que me
empezaba a gustar. No, me empezaba a caer mejor. Tal vez ambas cosas… era una
situación algo confusa.
-Luego me lo agradecerás.- dijo con una
sonrisa dibujada en la cara. Se giró y yo me quite con cuidado la camiseta
blanca. Dejando al descubierto mi pecho y con ello mi hombro.
-Ya te puedes girar.- le dije sonriendo.
Miré mi hombro por un instante, había aparecido
un gran hematoma morado sobre mi blanca piel. Se acercó a mí y me miró
extrañado. Puso las manos en el hombro. Cada punto que tocaba de la extremidad,
era un nuevo gemido de dolor por mi parte. Llegó a una conclusión.
-Te lo has dislocado.- dijo con su mirada
puesta en él, pensativo.
-Pues colócamelo bien, haz lo que creas
para que pueda recuperarme, para luchar.- dije empezando a preocuparme.
-No es tan fácil.- dijo Thyler mirándome a
los ojos.- te va a doler.
-Hazlo.- le dije agarrándole con fuerza el
brazo.
-Está bien. Piensa en algo que te
distraiga, cualquier cosa que no haga que pienses en el dolor.- me dijo
colocando las manos ya en el hombro, me miraba fijamente.
-No sé qué pensar que me haga distraerme.-
le dije desviando su mirada. Sus manos se apretaron con fuerza.
-Preparada, uno, dos…-dijo mirándome a los
ojos.
Y justamente, cuando empezó a mover
el hombro, se me abalanzo encima y me besó suavemente, con delicadeza. Mi
hombro pegó un fuerte crujido, pero yo ya no estaba en el mundo real. Sus
labios, carnosos y suaves, fueron los culpables de abstenerme de la realidad.
Una fuerte corriente, como si fuera de electricidad, corrió por todo mí cuerpo y,
al parecer, también en el suyo.
Nuestros ojos hasta entonces cerrados, se
abrieron con fuerza. Se apartó de mí, despegando las manos con suavidad. Creo
que no podía creerse lo que había hecho. Nos miramos a los ojos fijamente durante
unos segundos. Se levantó y se aclaró la garganta, desviando mi mirada.
-Cuando acabes…sube arriba te estaré
esperando, no muevas mucho el brazo…- dijo corriendo, mientras salía de la
habitación mascullando algo. Parecía nervioso.
Intenté asimilar lo que acababa de pasar
en aquella extraña situación, me quería convencer de que no había pasado de
verdad, que estaba durmiendo, soñando algo distinto.
Me puse la camiseta, el hombro ya no
importaba, mi corazón había latido fuerte por un momento. Noté, en el momento
que nuestros labios se rozaron, como una corriente y supe que Thyler también la
notó. ¿Qué significaría aquella sensación? Subí corriendo las escaleras, sin
pensar en el dolor del hombro, quería saber lo que tenía que decirme. Cuando me
besó, note que había encontrado algo perdido. ¿Qué significará? Llegué a la
parte de arriba, notaba que el corazón se me iba a salir del pecho en cualquier
instante. No conseguía aclarar si lo sucedido era bueno o malo…Entré en la
terraza en ruinas, Thyler se encontraba apoyado en la barandilla, divisando el
horizonte. Se dio cuenta de mi presencia, pero no se giró. Me acerqué hasta
donde estaba él y apoye las manos en la fría barandilla de piedra. No dije
nada, ni él tampoco durante unos segundos.
-Lo que ha pasado…- dijo sin saber cómo
continuar aquella frase.
-¿Tú también lo has notado?- le dije
cortando su frase. Él me miró fijamente y yo a él.
-Sí, aquella corriente, aquella sensación
de haber encontrado algo perdido.-dijo Thyler, haciendo un gran esfuerzo, por
decirlo.- Fue muy intensa…
-¿Es la primera vez que la sientes,
verdad?- le pregunté desviando su mirada penetrante, pero Thyler no me quitaba
los ojos de encima.
-Así es, ¿y tú?- me preguntó volviendo su
mirada otra vez hacia el horizonte, pero ahora su mano se acercó, sigilosa a la
mía, entrelazando sus fuertes dedos contra los míos. Nuestras miradas se
cruzaron, otra vez aquella extraña sensación se manifestaba.
-También. De hecho, creo que ha llegado la
hora de confesarte una cosa.-le anuncié, Thyler cambió de posición, apoyando
sus lumbares en la barandilla, sus dedos no se des entrelazaron de los mío, al
revés, ahora se aferraban mucho más fuerte.
- ¿El
qué?- preguntó confuso.
Tomé aire antes de hablar.
-Desde que cumplí los
dieciocho, he tenido el mismo sueño todos los días, y cada día que mi
subconsciente lo rememora, parece darme más pistas.-sus ojos se clavaron
firmemente en los míos, ahora los suyos brillaban más que nunca, cómo si
hubiera encontrado la pieza de su puzle, montado en su cabeza.- Estoy en una
especie de cúpula, blanca, que parece delicada. Una luz cegadora me
envuelve sin escapatoria. A primera vista parece una fina capa de diminutas
estrellas pero, cuando me consigue atrapar, se vuelve dura e
impenetrable. Mis fuerzas disminuyen a la vez que la cubierta de luz se
echa sobre mí. En ese momento, un estruendoso ruido rompe la cúpula dejando paso
a una densa oscuridad. El aullido de un lobo. Este no cesa hasta acabar con la
luz cegadora y brillante, dejándome libre. Al romperse la cúpula, aparecen unas
sombras que me rodean aclamando mí nombre. El grupo de sombras siniestras se
abre paso ante mí, dejando visibles dos grandes ojos color miel y un lobo con
el pelaje cobrizo. – Sus ojos se iluminaron y, al cabo de un momento, se
desvanece ese brillo. ¿Por qué?
-No te preocupes, solo es un
sueño.- dijo acercándome contra él.
-¿Qué es de lo que de verdad
me querías hablar?- le pregunté.
-Aun no me conoces
interiormente y he de decirte que, al principio, no sentía nada por ti, pero en
estos pocos días notaba que algo me unía a ti y no sabía el que. Ahora creo
saberlo. No te puedo confesar lo que soy de verdad, por ahora. Cuando a bajo te
he besado, algo en mi interior había latido por primera vez. Y lo que he
sentido no lo cambiaría por nada. Me he dado cuenta de que…me estoy enamorando
de ti, pero no ahora mismo. Es como si mi corazón te hubiera estado esperando,
como si en unos días hubiera renacido. - dijo mirándome a los ojos. Me coloqué
enfrente de él, sus ojos brillaban más que nunca, cogió mi mano y la apoyó en
su pecho.- ¿Lo notas? Pues es la primera vez, que late así por alguien.- un
fuerte y sonoro ritmo, vibraba por su interior, mis ojos se unieron a los de
él.
-Yo…también era distinta
antes de llegar aquí, la verdad me golpeó con fuerza. Cuando estoy contigo me
siento protegida, segura, como si hubiera encontrado una parte en mi interior,
que no hubiera despertado. Cuando me has besad he notado, como si estuviera…destinada
a ti. Cuando noto tu calor, tu sonrisa…me pongo nerviosa, y creo que yo también
me estoy enamorando de ti. - le dije mirándole fijamente, sus ojos brillaban, y
los míos seguro que sí.
-Sabes que yo no me abro
fácilmente a las personas, soy una persona solitaria y haberme topado contigo,
ha sido lo mejor que me ha pasado nunca. Por una vez, me alegro de confesar lo
que siento.- dijo apretándome más contra él y sonriendo suavemente.
-¿Por qué me confiesas todo esto?- le pregunté
curiosa, nadie mostraba así como así sus sentimientos a otra persona.
-Todo lo bueno, tiene una parte oscura y cuanto más bonito y bello más
lúgubre y tenebrosa es la parte oscura.- dijo mirándome fijamente.
-¿Y cuál es la parte oscura de esta situación en la
que me acabas de poner?- le pregunté curiosa, sus ojos se habían oscurecido.
-Que… que he de irme de aquí.-dijo mirándome
fijamente, dolorido.
-¿Qué? ¿Por qué?- le pregunté. De mis ojos, empezaban
a surcar lágrimas.
-He de irme de aquí, por ti, no quiero hacerte daño.
Eres una de las mejores personas con las que me he cruzado en mi vida y, por
eso, he de irme.- dijo Thyler secándome las lágrimas con los pulgares de ambas
manos.
-¿Por qué me ibas a hacer daño? No lo entiendo Thyler…-
le dije mientras la lágrimas no paraban de cesar.
-Porque no sabes cómo soy verdaderamente y, algún día
especial, te haría mucho daño y yo no me lo perdonaría nunca.- susurró juntando
su frente con la mía.
-Y entonces, ¿por qué me lo has confesado?- le pregunté.
Las rodillas me fallaban, era la primera persona con lo que sentía algo así,
tan intenso y en tan poco tiempo. Caí al suelo y él cayo conmigo. Ahora Thyler
estaba enfrente de mí de rodilla.- Lo has vuelto hacer, has jugado conmigo y
ahora, que ya te has cansado, me tiras como si no valiese nada.
-No he jugado contigo, es solo que si no vuelvo,
quería que supieras lo que sentía por ti.- nuestros ojos se miraron. Los míos
surcaban lágrimas y, los suyos, me miraban fijamente, con expresión dolida. Mi
corazón por un momento se había sentido lleno, sin espacio para dolencias y
tristezas, ahora se había sumido completamente en la tristeza.
-Me iré contigo, te ayudaré, haré lo que me digas,
pero…no te vayas.-le dije con voz entrecortada.
-Sabes muy bien que no puedo, no quiero hacerte daño.
Confía en mí, cuando pueda volveré.-
dijo abrazándome contra su pecho, mientras me acariciaba el pelo con ternura.-
Como ya te he dicho yo no me he enamorado de ti en unos días, mi corazón te ha
estado esperando desde hace mucho… ¿Sabrás esperarme tu a mí como yo te he
esperado a ti?- dijo levantándome la cara, tenía dibujada una sonrisa
melancólica.
-Si me prometes que volverás…-le dije mirándole a los
ojos, fijamente.
-Volveré…por ti, porque lo mucho que te necesito no se
va a evaporar en dos horas…- dijo sonriéndome. Sus labios se acercaron lentamente
a los míos hasta llegar a unirse. Aquella extraña sensación me invadió todo el
cuerpo, estaba con la persona correcta…en el momento correcto. Aún seguíamos
arrodillados en el suelo, sus manos estaban calientes y se aferraban a mis
caderas mientras que, las mías, se posaban una en el corazó y la otra le
rodeaba la nuca.
-¿Cuándo te irás?- le pregunté con un susurro,
nuestras frentes estaban apoyadas una en la otra de nuevo.
-Mañana, temprano.- dijo volviéndome a besar.- No
pienses en ello.
-¿Interrumpo?- dijo una voz conocida, rápidamente nos
separamos, levantamos la mirada los dos. Era Thai.- Brígida quiere hablar con
vosotros- nos miraba asombrado y… ¿frustrado?
-Dile, que ahora mismo bajamos.- dijo Thyler,
despachándolo. Se había formado una situación un tanto incómoda.
- Voy…-dijo Thai, sin quitarnos la mirada de encima. Volvió a bajar.
Reí un poco y dije:
-Momento incómodo.
-Por fin, veo una sonrisa dibujada en tu rostro.- dijo
levantándose y luego ayudándome a mí.
Cuando estuvimos él uno frente al otro, otro beso
volvió a surgir. Aquella sensación de haber encontrado lo que tanto tiempo
llevabas buscando, llenaba cualquier vacío. Me cogió de la mano y bajamos las
escaleras, sin quitarnos la mirada el uno del otro. Llegamos al salón donde se
encontraba Brígida. Antes de abrir la puerta, compartimos miradas cómplices.
Llamó a la puerta, su fuerte mano no se despegó de mí en ningún momento. Abrió
la puerta, la cual, chirrió un poco.
-Buenas tardes- saluda la anciana- me acaban de
informar de lo que ha surgido haciendo en la terraza, me figuraría que pasaría
y no solo yo, por lo visto.- dijo mirando a Thyler.
-Buenas tardes.- dije yo de manera educada, intentando
ocultar mis colores.
-Sentaos, tenemos que hablar.-dijo muy seria, estaba
ahora sentada en la larga mesa de comedor con un libro muy viejo entre las
manos. Nos acercamos y nos sentamos uno frente al otro.
-Yo parto mañana…lejos de aquí- le dijo a Brígida, que
no le sorprendió mucho la nueva noticia.
-¿Por qué?- preguntó curiosa, con una sonrisa de oreja
a oreja.
-Usted, ya sabe el motivo.- le dijo el sonriéndole
irónicamente.
- Entiendo, bueno tenéis que partir pasado mañana a WhiteTower, el jefe de
los Elfos quiere ayudaros en vuestra…- carraspea- tú misión- dijo corrigiendo
la frase.
-Pero entonces iré sola- dije mirando a Brígida.
-Así es, tu primera misión en solitario.-dijo
sonriéndome.
-No, intentaré ir allí para estar contigo. Si pasado
mañana no estoy aquí para partir contigo, vete, yo acudiré a WhiteTower.- dijo
mirándome muy convencido.
-Está bien.-dije mirándole fijamente a sus grandes
ojos dorados.
-Muy bien os podéis ir. – dijo sonriente. Parecía
saber desde el principio lo que iba a pasar.
Salimos de la sala. Al cerrarse la puerta, un
desgarrador grito de felicidad salió desde dentro de la sala. Thyler y yo
compartimos miradas asustadas.
-Que te parece si nos vamos a comer a la pradera en la
que estuvimos.-dijo mostrando su blanca dentadura. Sus ojos brillaban de
felicidad, dorados como si fueran oro derretido.
-Me parece bien, pero yo no tengo mucha hambre.-le
dije desviando su mirada. Notaba las mejillas ardiendo de las lágrimas que
antes, habían surcado mi rostro. Tenía las rodillas doloridas del golpe al
impactar contra el suelo. Aunque no me importaba, estaba con él.
-Voy a por unas cosas y vuelvo.-dijo sonriente.- Ves
bajando abajo y espérame en el hall principal.
-Está bien.- le dije sonriéndole, no podía ocultar esa
sonrisa de niña tonta.
Me fui yendo hacia las escaleras blancas de mármol,
oía el repiqueteo de sus zapatos en el suelo, rápidos. Empecé a bajarlas.
Estaban limpísimas y el olor a humedad azotaba la estancia. Cuando pasé por al
lado del cuadro me quedé mirándolo durante unos minutos. Aún seguía mi imagen con
la de un lobo de ojos dorados y pelo cobrizo. No había cambiado nada, todo
seguía como la última vez. Me quedé observando aquel cuadro minuciosamente,
observando cualquier detalle que me pudiera dar una pista de quién era ese lobo
y cómo podría encontrarlo. Oía los zapatos de Thyler, repiquetear más fuerte en
el suelo, más cercanos a mí. En unos segundos, ya estaba en las escaleras de
mármol, observándome. Estaba anonadada con el cuadro. Bajó las escaleras y se
acercó a mí, colocándose a mi lado. Comenzó a observar el cuadro con la misma
atención que yo.
- No es solo un sueño, lo sé.- le dije cortando el silencio, mirándole a los
ojos. Su expresión, era totalmente blanca, sus ojos dorados se oscurecieron y sus
labios se habían vuelto una fina línea dibujada en su rostro.
- Me estoy dando cuenta de que no…-dijo entrecortadamente.
-Aun no sé quién es ese lobo y no sé cómo lo podré
encontrar.- le dije mirándole a los ojos. Thyler me devolvió la mirada, seguía
pálido, sorprendido.
-No me hagas mucho caso…pero aquí no hay lobos…hay
licántropos…-dijo entre suspiros, como si no quisiera decirlo, pero se le
estaba escapando de su boca.
-Entiendo…-le dije mirando al cuadro.- ¿Conoces a
algún licántropo?
No respondió a mi pregunta, se quedó callado admirando
el cuadro. Tras varios minutos en silencio, aquella pintura empezó a cambiar,
empezó a brillar, dando paso a otra pintura totalmente distinta, otro hecho del
futuro. En esta nueva, había un salón de un palacio, iluminado con pequeñas
luces blancas y grandes cuadros. Todas las personas que estaban en ese salón
iban muy bien vestidas, de gala, con trajes blancos impolutos. Hacían hueco en
el medio, admiraban como dos personas bailaban. Una chica, vestida con un
precioso vestido rojo, con una melena marrón al viento y un chico, con un traje
negro. Me acerqué más a admirar la pintura. Aquellas dos caras me eran muy
conocidas, una era yo…y la otra era…Thyler. Sus ojos y lo míos coincidieron.
-Será mejor que vayamos a comer.- dijo Thyler.
-Sí.- le dije mirándole a los ojos, los suyos
brillaban como dos estrellas doradas en la noche. Eran los ojos más penetrantes
y hermosos que nunca antes había visto.
Bajamos corriendo las escaleras, habíamos estado
demasiado tiempo admirando el cuadro, aquel que nos había revelado un cercano
fututo… Thyle me cogía entre sus brazos mientras bailábamos.
Llegamos a la cuadra corriendo.
-Cogemos solo a Alma, Vivaz mañana se vendrá
conmigo.-dijo Thyer, sonriendo, mirando al horizonte.
Ensillé a Alma. Yo solo podía pensar en lo sucedido
y en el cuadro. Subí a la yegua, con un poco de ayuda suya, estaba distraída.
Luego subió Thyler y mis nervios se crisparon. Notaba todo su cuerpo contra el
mío, sin salvaguardar ningún recoveco entre nosotros que no poseyera ninguna
pizca de su calor. Paso las manos por debajo de mis costados, rozándolos, apoye
mi espalda en su pecho, que subía y bajaba rápido y alterado. Su mano derecha
se agarró a mi estómago, para evitar que cayera, la izquierda apretó la rienda
con fuerza. Alma comenzó a correr muy rápido, estaba empezando a hacerse tarde.
En un momento llegamos a la preciosa pradera.
Thyler bajo del caballo, y luego me ayudo, nuestros ojos no paraban de mirarse.
Estaba atardeciendo muy rápido. Cogí la manzana, me tumbé en el suelo, apoyando
mi cabeza en el hombro de Thyler y, sin decir nada, admiramos el atardecer. Lo
sucedido vibraba en mi cabeza como imágenes grabadas a fuego.
- Eso es WhiteTower, el salón del palacio.- dijo mirándome a los ojos.
-Entiendo.- le dije sin mirarle.
- Yo quería decirte que volveré, como te he…- dijo, pero le corté antes de
que acabará.
-Shh calla, no digas nada, disfruta de este momento
conmigo antes de irte…-le dije mirándole a los ojos. El sol estaba ocultándose
bajo los árboles, la luz se volvía a naranjada, brillante. Eran los últimos
rayos de sol, antes de que la oscura noche cayera sobre nosotros y las primeras estrellas asomarán.
El resto de la estancia allí, no dijimos nada, nos
mirábamos fijamente, y algunos besos surgían de vez en cuando. Las estrellas se
vinieron encima. Cayó la noche. Me cogió
de la mano y, acercándola contra su rostro muy suavemente, la besó.
-No olvidaré este momento, pero será mejor que nos
vayamos.- dijo Thyler cariñosamente.
Sus ojos bajo la luna aun brillaban más. Volvía a
subir al caballo y luego él, volvía a pasar lo de antes, más que ahora, el
latir de su corazón era suave y relajante, los nervios habían desaparecido. Sus
ojos brillaban y el viento se llevaba mi pelo hacia tras. Al tener todo su
cuerpo contra el mío, no tenía frío.
Llegamos al palacio sin decir nada. Los dos nos
dirigimos a nuestras respectivas habitaciones, cogidos de la mano, sonriendo
tontamente, enamoradizamente. Llegué a la puerta de mi habitación. Se colocó en
frente mío y, suavemente, me cogió las manos y las llevó a su corazón, nuestros
labios se unieron. Tras unos segundos después, nos separamos de forma que
nuestros labios se rozaban.
- ¿Me esperarás?- preguntó Thyler con un susurro, sus labios movían a los
míos al hablar.
-Sabes que sí.- le respondí y, finalmente, nuestros
labios chocaron de verdad en un beso mucho más intensificado que el anterior. Se separó de
mí.
-Buenas noches, Kiara.- dijo suavemente.
Entré en mi cuarto, quitándome la ropa y poniéndome un
pijama de manga cota y pantalón corto de seda blanca, pasaba mucho calor allí,
encerrada. Deje todo tirado por el suelo, solo quería descansar. Conseguí
conciliar el sueño.
-Kiara…-empecé a oír mi nombre, unos ojos dorados eran
reflejados por la luna.
-¿Qué quieres a las dos de la mañana?- pregunté muy
confusa y con los ojos entrecerrados.
- Puedo dormir aquí contigo, por favor.- dijo Thyler, presionando mi mano
contra su pecho con fuerza.
-Está bien, buenas noches.- le dije abriendo el
edredón, el frío de la habitación me caló.
-Buenas noches.- dijo metiéndose dentro de la cama y
abrazándome contra él.
Creía que todo eso era un sueño, que había muerto y
había renacido. No me costó mucho conciliar el sueño de nuevo, notándome
protegida, segura, amada…
Los primeros rayos de sol inundaron la habitación,
desperté. El calor de Thyler se había esfumado. Ahora había una pequeña caja con
un papel doblado por la mitad encima. Me desperecé y me levanté, abriendo el
contenido de la nota.
“No quiero que
te pase nada malo, aquí tienes tu primer traje de batalla. Ojalá nunca lo uses,
aunque sé que es imposible. Me está resultando muy difícil separarme de ti. Te
quiero. Espérame, juro que volveré por ti”
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