Descripción del blog:

Este es un blog en el que dos amigas publicamos nuestra historia. Comenzamos con la primera parte; "Aullido en la oscuridad" ¡Esperamos que os guste!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Aullido en la oscuridad, Capítulo: 11


Corrí unos pasos para colocarme al lado de Thyler. Me puse a su lado, su vista seguía fija en el horizonte, parecía enfadado. Lo que me había dicho Nagiel hacía que la curiosidad brotará de mí. Algo en mi interior me decía que ese no era mi rumbo, que estaba yendo en dirección contraria. Agarré la mano de Thyler con fuerza, haciéndole parar. Los demás al ver que me había detenido, también se pararon creyendo que sucedía algo malo.
- Tengo que hablar contigo.- le dije mirándole fijamente, sus ojos ambarinos se posaron en mí desafiantes.
-¿Sucede algo?- me preguntó Finn poniéndose a mí vera.
-Necesito hablar con Thyler un momento a solas, esperar aquí.- le respondí seria, sin apartar la mirada de Thyler en ningún momento.
 Él no pronunciaba ni palabra. Las miradas que compartíamos eran desafiantes y amenazadoras. Finn asintió y se fue a hablar con Nagiel. Tiré de la mano de Thyler con fuerza y nos adentramos en el oscuro bosque. El frío arropaba aquel tétrico paisaje y una fina niebla comenzaba a ondear por nuestros pies, impidiendo la visión. Paré cuando ya estábamos lo suficientemente lejos, para que sí debía gritar que no me escucharán.
-¿Por qué me has dado está piedra?- le pregunté confusa, mirándole a los ojos, seria.
-¿Sólo te preguntas eso?- me respondió preguntando Thyler.
-No, tengo más preguntas de las que podrías responder. ¿Por qué me la has dado?- le pregunté seria de nuevo.
-Supongo que porque debías de tener una de esas piedras, ya que eres la elegida.- me respondió frío. Apoyó su espalda en uno de los árboles más cercano.
-¡No me llames así!- le grité enfadada. No aguantaba que me trataran por lo que yo no quería ser.
-Se acabó, he intentado aguantarme.- me dijo Thyler muy serio.-  ¡Como puedes dejar que Finn y Nagiel den la vida por ti! Has cambiado el rumbo, le estás intentando dar la espalda a tu destino. Esa decisión nos afecta a todos, pero no a diez personas, ¡sino a miles! Hace poco, prometiste ir a New Sun Shine para pedir la protección de White Tower, y ahora cambias de opinión, dándoles la espalda. ¿¡Qué te sucede!? Hay algunos días que deseas luchar y otros que no sabes ni por dónde te da el viento.- me dijo Thyler alzando la voz.
Noté como mis ojos se ponían húmedos, intenté aguantar las lágrimas, pero ya era demasiado tarde. Le di la espalda para que no me viera llorar, no le daría el lujo de darse cuenta de que se había equivocado. Pero fue tarde, se dio cuenta de que se había sobrepasado.
-No puedes pensar que es, porque no sé quién soy en el presente…como para saber quién seré en el futuro.- le dije con un hilo de voz.
-Kiara, espera…- dijo con tono calmado.
-Vete con ellos, déjame sola.- le reproché triste, intentando tragar las lágrimas.
-Kiara…yo lo siento, no era mi intención hacerte daño.- dijo intentando excusarse por su comportamiento.
-No, ya sé lo que piensas y en parte tienes razón, pero antes de hablar, te recomiendo que pienses lo que dices.- le dije apretando los puños, para no temblar.
Noté como un cuerpo me rodeaba con unos fuertes brazos, posaba su cabeza en mi hombro y sus manos se posaron en mi cintura. Intente apartarle, pero no tenía suficiente fuerza. Giré la cabeza con desprecio, pero Thyler no se separó de mí.  
-Entiende por un momento mi punto de vista. Llevo años esperándote, que llegues de repente y que en unos pocos días, con unas fáciles acciones, cambias el destino de una ciudad…eso no lo hace cualquiera. No puedes darle la espalda a tu destino, porque siempre te seguirá, vayas a donde vayas.- me susurro Thyler.
-Te repito, que yo no comprendo del todo este lugar, no quiero que el destino de miles de personas caiga sobre mis hombros, no quiero que nadie muera por mi culpa.- le dije con voz temblorosa.
-Kiara, te ha tocado a ti porque eres especial, hay algo en tu interior que brilla y que desea salir, cada persona de este lugar lo ve…si lo reprimes, un día estallará y perderás la consciencia de tus actos y te arrepentirás toda tu vida.- le dijo Thyler con una voz suave.
-Sí- razoné- tú tienes razón, haré lo que me dicte el corazón.- le dije secamente, comprendiendo que tenía razón, no podía eludir mis responsabilidades durante más tiempo, debía de volver a dar la cara y luchar frente al destino.
-Y… ¿qué deseas hacer?- me susurró Thyler, note como sus labios se posaban en mi cuello, dándome un pequeño beso.
-Por ahora esto…
Se separó un poco de mí y me giré. Sus brazos volvieron a estrecharme entre los suyos. El frío que corroía mis venas, se evaporó, dejando paso a un calor infernal. Posé una de mis manos con cuidado en su chaqueta, agarrándola con fuerza  y la otra la pase por detrás de su nuca con suavidad. Tiré de él hacia mí, dejando que sus labios se juntarán con los míos. Tras unos interminables segundos, me separé de él, sus ojos brillaban como dos soles.
-Segundo, vamos a por Finn, Nagiel y Thai y vámonos a la aldea más cercana a descansar.  Tercero, planear un viaje hasta New Sun Shine que duré menos de tres días. Cuarto, volver a practicar con la espada. Quinto, aceptar lo que de verdad soy. Sexto no olvidarlo nunca. Y por último matar a Deathmort.- dije seria. Los ojos de Thyler brillaban con pasión y aprobación.
-Me parece bien, pero tienes demasiados deberes.- dijo sonriendo.
-Vamos.
Nos volvimos a coger de la mano y salimos de aquel bosque. Poco a poco, la niebla se iba haciendo menos densa y se iba levantando, los árboles. Algo me daba mala espina de aquel lugar, hacía que me dieran escalofríos continuos.
Por fin, llegamos a donde estaban los tres jóvenes esperándonos. Esperaban sentados en el suelo, Finn abrazaba a Nagiel y Thai se limitaba a dibujar en la arena del bosque. Al vernos volver, se levantaron de inmediato.
-Bueno, continuemos.- dijo Finn separándose de Nagiel.
-Sí, pero hacia New Sun Shine.- les dije sonriente, había recuperado las esperanzas en mí misma.
-¡A estas horas!- alzó la voz Finn.
- No, ahora nos vamos a la aldea más cercana, la noche va a caer dentro de poco y tengo un mal presentimiento.- dije mirando hacia Finn. Yo no había soltado la mano de Thyler en ningún momento.
-Desde luego.- dijo Finn con tono de aprobación. - Cerca de aquí está Thisound, pero hay dos problemas: primero, está invadida por la oscuridad, allí viven muchos de los soldados de Deathmort. Segundo, tenemos delante de nosotros otro.- dijo mirándome fijamente.
-¿Yo? ¿Por qué?- pregunté confusa.
-Te acuerdas de lo que te acabo de decir, ¿no? Cualquiera puede notar una luz dentro de ti, eso nos expone a ellos. Te capturarían  y nos matarían.- me explicó Thyler.
-Entiendo… ¿No hay ninguna solución?- les pregunté. Nagiel se colocó al lado mío sonriente.
-Sí que la hay.- respondió ella.
Abrió la mochila que llevaba a la espalda y sacó cuatro grandes capas negras y una especie de vestido negro ajustado de cuero. Yo la miré extrañada.
-Sé que os va a parecer una locura, pero iremos de incógnito. Las capas harán que no se vean nuestros rostros y no sospecharán, están hechas de un material que hace invisible el poder de cada uno. Eso resuelve el primer problema.- dijo pasando capas a cada uno.- Kiara, sé que me vas a odiar, pero eres la única que llevas el traje de lucha y si queremos entrar debes de quitártelo. Antes de irme cogí este vestido por si acaso, es de cuero y con la misma magia que la capa, hará que te sientas cómoda, aparte de que es oscuro y resistente. Segundo problema solucionado.-dijo Nagiel. Me tendió el vestido negro de cuero. Lo acepté con desgana.
-Si no queda otro remedio, me lo pondré- dije un poco molesta, odiaba llevar vestidos cortos.- Me voy a cambiar.
Le di todas las armas a Thyler que llevaba encima para que me las aguantara. Cogí el vestido y me metí entre los árboles, me desabotoné la camisa y me puse aquel ceñido vestido de cuero negro, me quite los pantalones y me deje las botas negras que llevaba. El vestido era ceñidísimo, como una segunda piel. Era de tirante gordo, con un poco de escote. Me di cuenta de que los laterales tenían dos tiras negras transparentes que dejaban ver mi piel clara, el vestido me llegaba dos palmos por encima de las rodillas y marcaba toda mi figura. Plegué la ropa y salí de entre los árboles.
Fui caminando hasta ellos, estaban sentados y al oír mis pasos se levantaron, todas las miradas fueron dirigidas hacia mí. La piedra roja lucía en mi pecho. Thai al verme se puso rojo, Finn me observó y rápidamente desvió la mirada, Nagiel me sonrió y Thyler me miraba a los ojos fijamente. Se levantó y me tendió el arco con las hermosas flechas, también me dio los múltiples cuchillos.
Me cargué el arco a la espalda y las flechas junto con una daga, guardé las tres dagas cortas, una en el muslo derecho debajo del vestido y la otra lo mismo y la última daga, la guardé con cuidado dentro de la bota derecha.
-Y pretendemos no llamar la atención…-dijo Finn por lo bajo.
-Andando.- les dije seria.
Guardé el traje de lucha en la mochila de Nagiel, me tendió la capa y todos nos la colocamos. Comenzamos a andar. El sol estaba cayendo. Thyler y Finn iban discutiendo sobre cómo deberíamos de llegar allí y adonde deberíamos ir, yo estaba sola con Nagiel. Thai iba con ellos sin decir palabra.
-Ya os he visto a ti y a Finn.- le dije sonriente, sin saber que tema de conversación sacar.
Ella me miró y se sonrrojó.
-Solo tenía frío.
-Sí, claro...- le dije irónicamente.
-No puedo estar con él así, me cuesta cada día más.- me dijo Nagiel desviando mi mirada.
-Díselo, tú también le gustas a él.- le dije sonriéndole pícaramente.
-Lo sé. Ambos sabemos lo  que siente el otro, pero no depende de nosotros. Lo siento, pero es que no puedo hacerlo.- me dijo Nagiel frustrada.
-Sí que puedes, lo sabes, pero no lo quieres hacer, habrá un día que no te podrás resistir y caerás en sus brazos y cada hora que pasa ese día se acerca más.-le dije con ánimo de desacomodarla en aquella conversación.

-No, Kiara, no lo entiendes. Tú estás con Thyler porque ambos habéis decidido comenzar algo juntos. Finn y yo…
Iba a continuar su explicación, pero se calló y decidió no decir nada. Los chicos se habían parado en frente nuestro, ahora miraban como llegábamos. Nos pusimos enfrente de ellos. Desde ese altillo que hacia el propio monte pude ver una gran aldea, con cabañas e iluminada por el fuego. Había guirnaldas colgadas por las casas, se celebraba algo, seguro. La aldea estaba defendía por unas altas murallas de piedra, custodiadas por guardias.
-Ya hemos llegado, será mejor que os cubráis el rostro.- dijo Finn.
Le hicimos caso y deje que la capucha de la capa cayera por mi cabeza, tapando mis. A todos les pasaba lo mismo, continuamos lo poco que nos quedaba de camino hasta la puerta principal, donde se comprobaría si nuestras capas funcionaban.
Llegamos a la enorme puerta de madera, donde dos guardias la custodiaban con lanza en mano. Los dos tenían los ojos rojos y eran de piel oscura, lucían trajes negros y sus cabellos eran rubios.
-¿Qué queréis?- preguntó el de la derecha.
-Venimos a hospedarnos en la aldea más cercana, es decir, Thisound.- dijo Finn serio y distante.
-¿A qué se debe?- le preguntó el otro guardia con voz grave.
-Somos viajeros y las estrellas se han levantado antes de llegar a nuestro destino.- le respondió Finn.
-¿Y cuál es ese destino?- le preguntó el otro guarda.
-Bluelake.- le respondió secamente Finn.
-Muy bien, podéis pasar.- dijo el guarda. Las puertas se abrieron solas, de par en par.
Al pasar entre los guardias, una ira vibró dentro de mí, deseosa de salir y acabar con sus miserables vidas. Los guardas lo percibieron, pero en ese momento llegó Thyler y me empujo para que no pudiera pensar en ello. Volví a la realidad, aquello era desconocido para mí.
Las calles estaban hechas de piedra, al igual que las casas. Una hermosa fuente se alzaba en medio de una replaceta, donde había múltiples comercios cerrados. Parecía la Edad Media, hasta que una música electrónica invadió el ambiente. El cartel de posada inundaba una casa. Finn se acercó y golpeo la puerta con fuerza. Una mujer despampanante y de pelo oscuro abrió la puerta.
-Buenas noches, deseábamos hospedarnos.- le dijo Finn cortésmente.
-Por supuesto, adelante.- dijo la mujer abriendo la puerta.
Entramos dentro. El calor de aquel lugar inundó mi cuerpo con fuerza, me sentía colérica y creía entender el por qué. Estaba en un lugar lleno de demonios y traidores. Todos ellos aliados de Deathmort. La mujer nos entregó tres llaves. Subimos las escaleras por orden.
-Bien, las últimas habitaciones, dos habitaciones de dos camas y una única.- dijo Finn.
-Yo dormiré sola.- dijo Nagiel sonriendo.-Thai y tú dormiréis en una y Kiara y Thyler dormiréis en otra.- organizó la joven.
-¿Por qué se oye música electrónica?- pregunté confusa.
-Hoy se celebra lo que vosotros llamáis “Mardi Gras”. En Thisound se celebra el Dubble, es un festejo que se celebra desde hace siglos, cuando las mujeres del lugar se tapaban con máscaras y preparaban una gran fiesta en la que conocían a su...pareja. Si se gustaban, les mostraban su rostro.- le explicó Thyler- Desde luego, no siempre se ha escuchado este tipo de música. Aunque no lo parezca, aquí también se vive en algunos aspectos vuestro siglo XXI
-Vamos a salir por ahí, a investigar.- dijo Nagiel guiñándome un ojo y arrastrándome tras ella.
Una mujer apareció,  era la posadera, quien estaba escuchando atentamente nuestra conversación.
-Siento entrometerme, pero hoy es el día en que todos los jóvenes van a Lullaby, disfrazados. Id allí y disfrutar de lo más bonito de Thisound.- les ánimo la mujer.
-Vale, por mí no hay problema de disfrutarlo-aseguró Thyler sonriéndome.
-Bien, vamos todos.- dijo Finn animado, demasiado animado para lo que era él...
-Yo no, yo me quedo a descansar.- dijo Thai seguido de un bostezo.
-Vale, pero no podemos ir así.- dijo Nagiel sonriendo.
 La cara de la mujer se iluminó e invitó a todos a seguirla, Thai se metió en su cuarto.
-Seguidme.
Nos adentramos en una habitación, dividida en dos partes, como un vestuario. Los chicos pasaron a una parte y nosotras a otra.
-Aquí tenéis ropa y máscaras.- dijo la mujer, pude notar que nos conocía.
-Gracias.- dijimos todos al unísono.
La mujer se fue y empezamos a revolver los armarios. Nagiel sacó un bonito vestido ceñido, rosa palo y con un poco de escote.
-¿Qué te parece este?- me preguntó Nagiel.
-Póntelo y veamos cómo te queda.- le dije animándola.
Se cambió. Salió de detrás del biombo. Aquel vestido le hacía más mayor y más hermosa. Resaltaba su figura, aquella que siempre pretendía esconder. Bueno, yo no era quien para criticar eso…
-Estás preciosa.- le dije sonriendo.
-Gracias y también he encontrado esto.- me dijo enseñándome un antifaz de este mismo color y con un poco de purpurina. Se había puesto unos zapatos de tacón.
-Estás genial. ¿Qué te parece este?- le pregunté enseñándole un vestido blanco ceñido y corto, de un solo hombro, con tonos plateados y alguna transparencia.
-Me encanta, póntelo.- me dijo animada.
Me metí detrás del biombo y me lo puse, salí con unos tacones blancos de este mismo tono. Nagiel me ofreció una máscara que había encontrado en tonos plateados.
-Te favorece- me dijo Nagiel.
-Gracias- agradecí sonrojada.
-Será mejor que bajemos, nos estarán esperando.-le dijo Nagiel sin ocultar su sonrisa.
Nos colocamos las hermosas máscaras y nos sonreímos. Abrí la puerta y salí, Nagiel me pisaba los talones. Incliné la cabeza para ver si había alguien en el pasillo. Nadie. Bajamos las escaleras, yo iba primero. Los tacones repiqueteaban en los viejos escalones de madera. El calor del hall fue envolviéndome poco a poco. La mujer estaba sentada en un taburete, observando por la ventana mientras tejía. No pude vislumbrar a Finn y a Thyler hasta que no estuvimos completamente en la habitación. Estaban sentados en un sillón, viendo el fuego en la hermosa chimenea, al vernos se levantaron. Pude ver como Finn se ponía sonrojaba al ver a Nagiel, un gesto muy poco propio en él, siempre era muy serio y correcto.
-Estáis preciosas.- dijo la mujer sonriendo.
-Gracias.-le agradecí aquel cumplido.
-Bueno, será mejor que…que nos vayamos.- tartamudeó Finn.
 Se acercó a Nagiel y le tendió el brazo, ella lo aceptó. Thyler también se acercó a mí y me cogió la mano con suavidad. Me limité a sonreírle.
Salimos de la casa, la posadera no nos había dicho donde era aquella fiesta, pero por el ruido se podía averiguar fácilmente. Thyler no dejaba de mirarme con sus dorados ojos, me ponía nerviosa.
-¿Cómo sabías lo del Mardi Gras?- le pregunté confusa. Thyler conocía muchas cosas de mi mundo.
-Estuve allí un verano, no encontré lo que buscaba y me fui. Era horrible.- me respondió Thyler sonriendo.
-¿Qué buscabas?- le pregunté curiosa.
-El descanso.- me respondió únicamente. Sabía que me mentía, sus ojos ahora yacían oscuros. No quería empezar a discutir por eso, entendía que no deseará decírmelo. Mientras íbamos callejeando, la música cada vez era más fuerte y las calles vibraban.
-Y… ¿Por qué hay un equipo de música de la tierra?- le pregunté extrañada, no le veía relación a nada.
-A parte de lo que te he contado antes, hubo algunas personas que se marcharon para descubrir los avances de la tecnología, y luego volvieron para hacer de GreenCoast un lugar más moderno.- me explicó Thyler.
Finn y Nagiel pararon súbitamente. Habíamos chicos y chicas de, más o menos, mi edad en los alrededores de una puerta abierta que destellaba luces de colores. Todos iban bien vestidos y las chicas llevaban todas máscaras.
Poco a poco nos fuimos adentrando en ese lugar, al estar rodeada de tantos desertores la ira mi corría por las venas, algo me empujaba a desear actuar contra ellos. Thyler me agarró con fuerza la mano. La música sonaba con fuerza en aquella sala oscura, la gente bailaba y otros miraban y bebían.
-Nagiel, ven vamos a bailar.- le dije. Le agarré la mano a Nagiel y se la solté a Thyler.
Nos adentramos en medio de la pista de baile, había un pequeño círculo de gente, levanté la vista, encima había unos balcones, donde debían estar los reservados. Comencé a bailar, dejando que la música corriera por mis venas, recordando las discotecas de mi lugar de origen. Esa música tenía algo que te poseía, Nagiel también bailaba conmigo. Las máscaras ocultaban nuestras identidades. Poco a poco se fue haciendo un corro alrededor nuestro, dos chicos de ojos azules y pelo oscuro se acercaron a nosotras.
-Soy Izan y este es mi amigo Kevin, ¿queréis bailar con nosotros?- se ofrecieron, los dos nos sonreían pícaramente.
-No lo siento estamos con unos amigos.-respondió Nagiel temerosa.
-Pues yo no los veo.-dijo Izan mordiéndose el labio inferior.
-Venga, bailar solo un baile con nosotros.- dijo Kevin agarrándome por la muñeca. Algo ardió dentro de mí con fuerza cuando me rozo.
-Os hemos dicho que no.- les grité intentando controlar esa ira, pero se me hacía imposible.
-No…-comenzó a decir Kevin, cuando una voz grave le cortó.
Thyler y Finn aparecieron por detrás en una milésima de segundo.
-¡Ya os han dicho que no! ¡Largaos!- dijo Thyler enfadado.
-¿Y vosotros quienes sois?- le preguntó Izan.
-Sus amigos.- le respondió Finn gravemente, sus ojos azules mostraban enfado y al mismo tiempo un extraño y hermoso brillo.
-Vámonos Izan, está noche no queremos problemas.- le recordó su amigo tirando de él.
Aquellos jóvenes se dieron la vuelta y se sumergieron entre la multitud. Thyler me abrazó contra él y Finn se acercó a Nagiel. Vi como la cogía de la mano y tiraba de ella, para llevársela fuera de la pista.
-¿A dónde van?- le pregunté curiosa.
-Me parece que Finn tiene que confesarle algo importante a Nagiel.-me respondió Thyler sonriendo.
- Creo que sé de qué se trata.-le dije con una pequeña risa inocente.
Me devolvió la sonrisa y se acercó a mí, hasta rozar su cuerpo con el mío.
-Aprovechemos ahora que estamos solos.- me susurro al oído.
-Creo que no has visto bien a tu alrededor.- le dije sonriendo.
La música cambió, ahora se trataba de una lenta. De repente una ondeante neblina rosa inundo en ambiente, al inspirarla me comencé a sentir más libre, mis bailes no tenían tiempo, parecían lentos cuando me veía las manos, pero eran normales, a Thyler pareció pasarle lo mismo. Aquella neblina anulaba los sentidos, dejándote expuesto a cualquier peligro. Noté que las manos de Thyler estaban en mi cadera, seguí bailando, notaba la boca seca, pero no era importante. Mi cabeza y cuerpo ahora parecían independientes. Me giré y apoye la cabeza en el hombro de Thyler, notaba su respiración en el cuello. Aquella música enigmática y aquella neblina me hipnotizaban. Noté sus labios besando mi cuello con delicadeza, nuestros cuerpos se movían al compás de la música. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir sus labios sobre mí piel. En aquel lugar no existía la hora ni el mundo. Mis labios buscaron los de Thyler, me giré y me topé con su dorada mirada, sus ojos reflejaban deseo y felicidad, brillaban con fuerza. Una ligera sonrisa se dibujó en mis labios. Tiró de mí con fuerza, mi cuerpo no dejaba de moverse y mi cabeza había desconectado por completo. Nos sumimos en un deseado y codiciado beso. sus labios eran una tentación en aquel estado, no se separaron en ningún momento. Se separó de mí, lo suficiente para poder decir algunas palabras.
-¿Qué te parece si nos subimos arriba?- me preguntó sonriendo.
-Vale.-le susurré.
Me agarró la mano con fuerza y me saco de la pista de baile, aquella ira que corría por mis venas al estar allí, fue aplacada por unas ansias de deseo y una extrema confusión. Subimos unas escaleras de piedra hacia los balcones que daban a la pista de baile. El pasillo estaba lleno de cortinas cerradas y otras abiertas, se podían escuchar susurros provenientes de sus adentros. De repente, un hombre salió de una de las cortinas de más adelante, se dirigió hacia nosotros con paso firme. Sus ojos eran azules y desafiantes y llevaba una camisa oscura. Ya estaba cerca de nosotros. Un escalofrío recorrió mi espalda con fuerza que me hizo despertar un poco. Su hombro rozó el mío y noté como una fuerte descarga corrió por mi cuerpo con fuerza, como cuando estaba con Thyler. Al notarlo me quedé confusa, pero no iba a volver la vista atrás, seguro que era fruto de mi imaginación. Pude notar como sintió lo mismo que yo y se volvió para mirarme. Su gélida mirada clavándose en mi nuca. Mis sentidos se volvieron a nublar y a desorientar.
Nos metimos en un reservado, la cortina roja impedía que entrara la luz del exterior, aquella pequeña sala iluminada por la poca luz de las estrellas que quedaba, estaba amaneciendo, se filtraba por una pequeña ventana. Thyler cerró la cortina con fuerza, yo estaba detrás de él, aun no le había soltado la mano. Se giró y me volvió a besar con pasión, como si fuera nuestro último beso. Sus manos me agarraban con fuerza y mis manos acariciaban su nuca. Sus pestañas cosquilleaban mis pómulos y sus labios no dejaban de buscar a los míos. Aun no me había quitado aquella máscara, no molestaba. En ese mismo momento, un escalofrío me recorrió la espalda con fuerza. Se separó un poco de mí.
-¿Estás bien? ¿Tienes frío?- me preguntó Thyler.
-No, es que…va a pasar algo malo, lo noto.-le explique. Me sujetó la mano con fuerza.
-Será mejor que nos vallamos. No pienso correr el riesgo de comprobar si te equivocas.- me dijo Thyler sonriendo y mostrando sus perlados dientes. Me dio un pequeño y dulce beso antas de marcharnos.
Thyler me cogió de la mano y bajamos las escaleras. Aun había mucha gente en aquel lugar, la música seguía sonando igual de fuerte. Salimos del tumulto de gente.
El frío de la calle inundó nuestros cuerpos. Me di cuenta de que no sabía dónde estaban  Finn y Nagiel, no los había visto en toda la noche. Vi que Thyler miraba anonadado y sonriente una dirección, giré la vista hacia donde la estaba poniendo él y pude ver a dos jóvenes besándose. El chico la protegía a ella con su cuerpo. Achiné los ojos y adiviné quienes eran. Finn y Nagiel. Nos acercamos a ellos sonrientes.
Thyler carraspeo la voz para que pararan, pero no lo hicieron.
-Nos vamos, pero si os queréis quedar…
Los jóvenes al oír aquella conocida voz, se separaron de inmediato y clavaron la vista en nosotros.
- Sí…nosotros...- balbuceó Finn.
-Venga, vámonos- reí.
Le cogió la mano a Nagiel quien sonreía tontamente. Estaba enamorada y él de ella. Nos adentramos por las calles, el sol comenzaría a salir dentro de unas pocas horas.
En pocos minutos llegamos a la posada, Finn se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. Entramos y dejamos el cerrojo echado. Subimos las escaleras cansadas pero felices. Me quité la máscara. Sin decirnos nada, nos metimos en nuestros respectivos cuartos. Finn besó a Nagiel con cariño, y le deseo buenas noches.
Thyler y yo entramos en la habitación, solo había una cama, de modo nos habían mentido. Había un pantalón de algodón y unos pantalones cortos con una camiseta de tirantes. También estaban allí nuestras cosas, las que habíamos dejado en los vestuarios. Cogí el pijama y me metí al baño sin decir nada. Me cambié y cuando salí Thyler ya estaba metido en la cama, no me apetecía pensar, solo dormir. Cerré las cortinas y deje el vestido apoyado en una silla con los tacones. Me metí en la cama dándole la espalda a Thyler y me coloqué a unos centímetros de él. Thyler pasó un brazo por mi cintura abrazándome y tiró de mí hacia él. Acabé pegadita a él, abrazándome. En pocos segundos me quedé plácidamente dormida.

Un fuerte portazo me despertó. La posadera había entrado de golpe, dejado entrar la luz en la habitación.
-¡Corred, despertad…!- gritó la mujer.- Viene hacia aquí una redada, debéis marcharos…-decía la mujer preocupada.
-Vale, ¿en cuánto estarán aquí?- le preguntó Thyler.
-En menos de veinte minutos.- le respondió asustada.
-¿Cómo lo sabe?- le pregunté comenzándome a preocupar.
-Soy amiga de Brígida y me ha dicho quienes erais. Tengo aliados que conspiramos contra Deathmort, pero...ayer te debió de ver y ha mandado redadas.- le explicó la mujer.
-¿Los demás están despiertos?- le pregunto Thyler saliendo de la cama.
-Sí. ¡Daros prisa!- gritó la mujer saliendo de la habitación y cerrando la puerta de un golpe.
Corriendo me metí en el baño y me puse el vestido negro. Me enfundé las armas y la capa. Cuando salí Thyler estaba esperándome. Le seguí y bajamos las escaleras lo más rápido que nos permitían nuestras piernas. Finn, Nagiel y Thai estaban esperándonos. Sin decir nada, nos pusimos las capuchas, me quité el arco y lo sujete con la mano. Debía de estar preparada. Nos tapamos los rostros con las capuchas.
-A partir de ahora, hablo yo.- dije seria. Los demás asintieron.
Salimos a la calle, estaba desierta. Comenzamos a recorrer el tramo del día anterior hasta la puerta principal, estaba cerrada y custodiada por dos guardias y un hombre apoyado en ella. Nos acercamos hasta allí. En pocos segundos pude ver patrullas de hombres vestidos de negro y rojo por las calles.
-¿Qué deseáis?- preguntó el hombre que estaba apoyado en la puerta. Era de pelo oscuro y me sonaba de haberlo visto antes.
-Salir.- le respondí seria y tajante.
-¿Y a qué tanta prisa?- preguntó en un tono frío. Levantó la mirada. Era el hombre de la noche anterior, entonces recordé lo sucedido y lo que sentí al pasar su lado.
-Somos viajeros y debemos de llegar a Bluelake cuanto antes.- le respondí seria, agarre el arco con fuerza.
-Identificaos y os dejaré salir.-ordenó el hombre muy serio.
-Encantada.- me quité la capa con un rápido movimiento de muñeca, dejando ver mi rostro. Los demás hicieron lo mismo.- Soy Kiara Wadlow.
El rostro de aquel hombre se sorprendió. De repente, todas las tropas nos rodearon. La ira brotó de mí con tanta fuerza que no creí poder contenerla.
-Querida Kiara… ¿seguro que no me conoces?
-Desde luego, mi destino es matarte, Deathmort.- le dije confiada, mis músculos se tensaron.
-Ya, eso es lo que dicen, pero… ¿se cumplirá?- dijo en tono burlón.
-Lo tengo todo de mi parte. Un pueblo, unos amigos y un destino, cosas que tú no posees, verdaderamente.- le reproché. Sus ojos se oscurecieron y pude notar como las palabras emanaban de mí, sin control.
-¡Cogedlos!-aulló Deathmort.
Noté como una sensación invadía todos los músculos de mi cuerpo, mi cabeza y mi corazón. Cuando me quise dar cuenta estaba disparando flechas a toda persona que se me acercará con un arma, los demás observaban fascinado la rapidez con la que las flechas fluían. Noté como algo dentro de mí se saciaba poco a poco, algo que deseaba salir al exterior. No estaba cansada, notaba que aun podía dar más de mí. Acudió un nuevo batallón a por nosotros, pero Deathmort paro el ataqué.
-¡Dejad que se vayan!- gritó con fuerza a sus soldados.
Acababa de rendirse. Cogí todas las flechas, les hice un gesto a los míos para que me siguieran, sabía que lo decía enserio. Comenzamos a andar hacia la puerta, que ahora yacía abierta. Me cargué el arco a la espalda y seguí dirigiéndome con paso fuerte hacia la puerta. Los soldados miraban horrorizados aquel paisaje de derrota, pero Deathmort sonreía maliciosamente. Parecía haber encontrado lo que buscaba. Pase por al lado de Deathmort y este me agarro del brazo.

-¿Sabes? Eres igual de bella que tú madre…-me susurro al oído. Me solté de él brazo con desprecio y continúe mi camino sin mirar en ningún momento atrás, aunque las preguntas invadieran mi cabeza. Él conocía a mi madre…