Amanecí tumbada sobre la áspera colcha de mi cama, me sentía
agotada y no recordaba cómo había llegado hasta allí. Despacio, me incorporé
hasta llegar a sentarme. Desde la habitación, se escuchaban los sonidos que
emitían las hojas de las copas de los árboles hasta chocar unas con otras por
el viento. Le relajaba escucharlo. Un sol anaranjado, despertaba de entre las
montañas ofreciendo sus primeros rayos. Estiro los brazos y bostezo, doy un
salto y bajo de la cama. Sobre una robusta silla de madera muy oscura, hay,
plegados, un pantalón de cuero negro y una camiseta blanca y ancha de manga
corta. Camina hacia la silla extiende la ropa. Al abrirla una nota cae al
suelo, la recojo y leo su contenido. La letra con la que está escrita es muy
fina y está ligeramente tumbada hacia la derecha. Brígida quiere verla cuando
esté preparada y arreglada. Rápidamente, coge su nueva ropa y se cambia. La
camiseta resbala por uno de sus hombros, dejándolo al descubierto. De pronto,
un dolor agudo atravesó ese mismo hombro. Un dolor tan intenso que hizo que me
estremeciera. Miré al frente y, con pasos decididos, me dirigí al despacho de
Brígida. No estaba lejos de mi cuarto, solo tuve que cruzar un largo pasillo y
era la primera puerta a la derecha. Llamé dos veces son los nudillos de la
mano.
-Adelante, Kiara- se escuchó desde dentro.
Abrí la puerta y encontré a la anciana sentada en el gran
sillón giratorio. Su cabello estaba recogido en un moño bajo y mostraba una
nueva expresión en su rostro. Al decir verdad, no estaba muy segura de lo que
me quería transmitir.
-¿Cómo sabía que era yo?
-Querida mía, eres la única alumna de esta academia que se
devela antes del amanecer y no vuelve a conciliar el sueño hasta, con suerte,
la noche siguiente- comentó haciéndome un gesto para que me sentara en una
silla, claramente mucho más incómoda que su sillón, en frente de ella.
-Thyler, tu adiestrador, habló conmigo a altas horas de la
noche- juntó las manos sobre su regazo y continuó hablando- Me informó de tu
gran habilidad en el tiro. ¿No lo habías hecho nates?
-¡No, claro qué no! En mi vida normal no me dedicaba a lanzar
cuchillos contra un blanco fijo. Más bien, lo mío eran las ciencias.
-Que chistosa- dijo sin mostrar una triste sonrisa- Te he
mandado llamar para comunicarte que no necesitarás más clases de lucha. Ya
estás preparada.
La noticia me pilló muy desprevenida. ¡No llevaba ni tres días
entrenando! ¿Y si Thyler quería quitársela del medio?
-Y… ¿Thyler te ha pedido que mis clases terminen?
-Así es.
Apreté los puños, sintiendo como la sangre hervía por mis
venas. Lo había vuelto a hacer. Me levanté tan bruscamente de la silla que esta
cayó al suelo. La rabia y la ira irradiaban de mí. Quería gritar.
Subí las escaleras que daban a la terraza en ruinas. Llegué,
me llevé las manos a la cabeza y grité al infinito. El eco rebotó por todo el
bosque, asustando a varias aves que volaban juntas.
-Vaya- dijo una voz detrás de mí- ¿Nos hemos levantado con el
pie izquierdo esta mañana?
Thyler se encontraba apoyado en uno de los muros más estables
de la que quedaba de la estructura. Me giré de forma brusca y le fulminé con la
mirada.
-¡Es qué siempre tienes que aparecer cuando quiero estar
sola!- grité andando de un lado a otro.
-¿Qué te he hecho ahora?- preguntó Thyler desconcertado.
-Brígida me ha dicho que ya no quieres ser mi adiestrador, que
ya no necesito tus lecciones. ¡Lo has vuelto a hacer, Thyler! ¡Pasas de estar
cabreado conmigo o ser honrado! ¿A qué juegas?- pregunté intentando calmarme.
De nuevo, el dolor de mi hombro resurgió haciéndome caer de rodillas en el
suelo. Gemí por el agudo dolor.
-¡Kiara!
Thyler corrió a una velocidad inigualable hasta que consiguió
sujetarme antes de que cayese desplomada sobre el frió suelo. Rodeó mi cintura
con uno de sus fuertes brazos, pasando el libre por mi espalda para evitar que
solo rozase el suelo con mis piernas.
-Kiara… ¿Qué te ocurre?- preguntó el muchacho con tono
preocupado.
-Mi hombro, me duele- contesté. El calor de sus manos al rozar
mi blanca piel me producía escalofríos- Está mañana me desperté con este dolor
y no recuerdo haberme golpeado con nada.
-Ven, apóyate en mi- Thyler tensó sus brazos para ayudarla a
tenerse en pie. Al conseguir elevarme,
clavó su mirada en mis ojos. Él era más alto que yo y mucho más fuerte, saltaba
a la vista. Una fuerte ráfaga de viento consiguió desequilibrarme hacia
delante, me vi obligada a sujetarme rodeando con mis brazos el cuello de
Thyler. Me sonrojé al instante, intentando apartarme de él. Pero me retuvo.
-¿Dices que no recuerdas nada de lo que pasó anoche?
-No- desvié la mirada. Thyler conseguía ponerme nerviosa, muy
nerviosa. Sabía que él lo había notado, su expresión facial cambió. Arqueó las
cejas y me preguntó:
-¿Te pongo nerviosa?- acercó su cuerpo más al mío. Conseguía
escuchar su respiración tranquila.
-¡No!- salté zafándome de él- ¡Y no cambies de tema! ¿Se puede
saber por qué dices que no necesito más clases tuyas? ¿Tan poco de agrado?
-¡Ya estás preparada, te lo dije! ¡Ningún otro luchador ha
aprendido con tanta facilidad como tú, Kiara!- gritó alejándose de mi- ¡Ni
siquiera yo!
La respuesta me pilló muy desprevenida. Era eso…
-Por eso te comportas así conmigo…distante y frio en muchas
ocasiones…- susurraba- No podías admitir que yo…de alguna forma… ¿sea mejor que
tú?
Thyler apretó los puños haciendo notar los músculos de su
antebrazo. Ella era la elegida, y lo respetaba. Pero el fue desde siempre el
número uno en la escuela de lucha. Siempre…hasta ahora.
-Thyler, nunca seré mejor que tú. Solo soy…
-La elegida. La que librará a este reino de la oscuridad
perpetua, del miedo que aterra a sus habitantes- narraba él- Supe que vendría
la persona indicada, pero mi mente no se imaginó a alguien como tú, Kiara.
Alguien que ha cambiado mi rumbo completamente, que ha aparecido de la nada,
como una sombra. De alguna forma, no me preguntes cual porque no lo sé, me
siento unido a ti, destinado a protegerte hasta que yo caiga. Y eso haré, es mi
deber, mi desino.
-Ningún destino está
escrito Thyler, el de nadie- me comencé a acerca a él con pequeños y
cautelosos pasos- Tú puedes elegir el tuyo, no está obligado o protegerme en
esto.
-No te hagas la valiente.- me acusó girándose para mirarme-
Tienes razón en que puedo elegir mi futuro, ya lo he hecho. Siempre dejo
guiarme por lo que siento y, ahora, siento que debo estar a tu lado en la
batalla- ahora, nuestros rostros se encontraban a pocos centímetros de
distancia- Voy a arriesgarme por ti, Kiara Waldlow, y no vas a poder
impedírmelo. Nada lo hará.
Thyler alzó una de sus manos con intención de acariciar mi
rostro, se detuvo en seco y la retiró.
-Te espero en mi habitación, hay que curarte eso hombro.
Segundos después desapareció de la terraza.
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