Descripción del blog:

Este es un blog en el que dos amigas publicamos nuestra historia. Comenzamos con la primera parte; "Aullido en la oscuridad" ¡Esperamos que os guste!

jueves, 9 de enero de 2014

Aullido en a oscuridad. Capítulo: 13

Intente no caerme, aunque me temblaba todo el cuerpo. Vi que una mujer se acercaba por el pasillo con paso firme. Llevaba un hermoso vestido largo color salmón, con un poco de pedrería, su cabello negro ondeaba por su espalda y su rostro estaba adornado por dos preciosos ojos azules que mostraban unas pequeñas arrugas en las comisuras. Mi mirada se cruzó con la de ella, pero paso de mí y continúo su camino. Noté el repiqueteo de unos zapatos contra el suelo que se acercaban a mí corriendo. Una mujer un poco más mayor que yo me miraba, vestía como una doncella.
-Aún no estás vestida, mira que le dije a ese viejo que te trajera rápido.- dijo la mujer enfadada y empujándome para que me levantará.
-Disculpe, creo que se ha equivocado. Estoy esperando a Thyler.- le dije cansada.
-No, Thyler se está cambiando y tú Kiara deberías hacer lo mismo.- me dijo aquella mujer.
-Vale, vale…- dije intentando subir más rápido para que dejará de empujarme.
Me condujo por unos pasillos iluminados por unas antorchas de formas peculiares. Rebosaba una luz tan cálida y reconfortante que me hacían sentirme segura y protegida. Mi dolor de cabeza se fue haciendo menos agudo, poco a poco. Abrió una puerta y me empujó. Sacó rápidamente mi vestimenta.
-Oiga, pero esto…- dije desconcertada, no entendía que estaba sucediendo.
-Quítate esos harapos y póntelo. La presentación será dentro de unos minutos y aun no estás aseada.- me ordenó la mujer preocupada y estresada.
Me quité el traje y las botas. Rápidamente me vestí con aquel vestido blanco, el cual, era largo y ceñido. Llevaba dos finos tirantes trenzados y un poco de pedrería por la espalda transparente. Me coloqué los zapatos, agobiada, no me quedaba tiempo para pensar en quién era la mujer con la que me había cruzado. Me resultaba familiar.
-Corre niña, ven aquí.- me ordenó la mujer.
Fui hasta donde estaba ella, había un pequeño tocador. Comenzó a maquillarme y a ponerme joyas. No me gustaba aquella sensación. Me cogió el pelo y comenzó a hacerme un moño, con algún mechón suelto. En pocos segundos ya estaba. Seguramente, no debía de haber sido la primera vez que aquella mujer realizaba ese trabajo.  
-Ya está, estás preciosa.- me dijo la mujer.
Me empujó de nuevo hacia la puerta, estaba claro de que llevaba prisa. Abrí la puerta y apoyado en el marco apareció Thyler vestido con un traje.
-¡A ti también te han empujado, eh!- le dije sonriendo.
-Venga, venga, luego tendréis tiempo para hablar.- nos dijo la mujer alterada.
Bajamos las escaleras corriendo. Thyler me daba la mano. Aquella mujer nos condujo hasta unas grandes puertas doradas. Se fue corriendo y nos dejó allí. Los ojos de Thyler brillaban con un dorado especial.
-Estás preciosa, no te lo he podido decir.- me dijo Thyler sonriendo, acto seguido, me dio un dulce y suave beso en los labios.
-Gracias, pero ahora, no estoy para fiestas- le contesté pensando en aquella mujer que me resultaba tan conocida.
Las puertas se abrieron y sonó una música dulce. Volví a la realidad, oí como un hombre decía nuestros nombres. Thyler y yo entramos a la sala que estaba repleta de gente, en especial elfos, entre otros muchos. Al fondo había siete sillas. Está claro que serían para gente importante. Avance despacio, había sillas a los lados y en medio una gran fogata que desprendía una luz blanca y reconfortante como la de las antorchas. Noté de nuevo ese dolor en la cabeza, pero intenté a apartarlo de mí. Vi a Nagiel y a Finn hablando con unos cuantos elfos. Todo el mundo allí iba de etiqueta. Nos colocamos en una de las sillas del final, cerca de las siete grandes. Volvieron a sonar las trompetas y las puertas se abrieron.
-Elessar de Bluelake, Arwen de BlackShadow, Saruon de City of Dropped Sun, Valar de City of Youngblood, Olssë en representación de los pueblos de las nevadas montañas del norte, Noldor en representación de los pueblos nómadas de los desiertos del sur y por supuesto Corina de Green Coast, una de nuestras líderes.- anunció un hombre con voz clara y firme.
Giré la cabeza, vi todo hombres que, de vez en cuando, cruzaban la mirada conmigo, y allí, la mujer con la que me había cruzado. Una de las líderes de aquel extraño lugar, no dejaba de mirarme. Situada en medio de las sillas, estaba ella, firme y recta, observándome, admirándome. Las antorchas se apagaron con una brisa fantasmagórica que me hizo tiritar. La luz blanca que desprendía la hermosa fogata, que iluminaba todo el ambiente, ahora se centraba en ella. Una neblina comenzó a flotar por el ambiente, tan bella, pero al mismo tiempo tan misteriosa. Los allí presentes yacían sentados y cayados, solo se oía el crepitar de la madera. De la espesa neblina apareció una joven elfa, que vestía un hermoso vestido gris. Se aproximó alrededor de la fogata.
-Permitid que me presente, aunque casi todos me conozcáis. Soy la representante del Oráculo del Norte, Niassar, donde se preparan los destinos de los elfos.- dijo la joven con una voz tan dulce y placentera que parecía una melodía.
>> Antes de empezar con los elfos, os relataré una parte del destino que he podido observar. Afecta a una persona muy importante,  cuyo nombre no voy a mencionar, pero sea quien sea lo sabrá.- comentó la joven elfa.
>> Hace días pisó tierras desconocidas, su luz despertaba a cada paso que daba. Las sombras la seguían con intención de atraparla, pero el poder que irradia, las quema. El mundo de los mortales se cerró para ella. Conoció a nuestro mayor enemigo, lo que ella no sabe es que forma parte de su pasado. Pronto conocerá a sus progenitores, pues su madre se encuentra entre los nuestros. Un día, dentro de unas semanas, le sucederá algo que cambiará su modo de ver nuestras amadas tierras. Cuando empuñe lo que le corresponda y su luz iluminé de nuevo lo que ahora son tinieblas, una nueva era habrá llegado. Lo que no sabe es que las dos personas a las que más quiere, tienen un parentesco con el lado oscuro.- relató Niassar con una voz tranquila y calmada.  
En ese momento supe que era yo, ese era una parte de un destino que se cumpliría. No lo entendí muy bien, pero lo examinaría hasta encontrar aquellas pistas que Niassar me había dado. Los latidos de mi corazón se aceleraron, pudiéndolos sentir por todo mi cuerpo. Mi madre estaba cerca de mí.
-He aquí una parte del destino de una persona, regalada por la que va a ser una importante aliada.- dijo Niassar mirándome.
>> Bien, ahora el destino de los elfos. Este año, el Oráculo solo me ha hablado de uno en especial, no quería rebelarme ninguno más. Eso significa que es imprescindible debido a que puede que suponga un importante avance para las tropas de la luz.-dijo Naissar con voz divertida.
>> Que se acerque a mí, Nagiel de Lie.-ordenó la elfa.
Vi como Nagiel se levantaba airosa y le lanzaba una sonrisa a Finn. Esquivó las sillas ágilmente y se colocó en frente de Naissar. La elfa le cogió una mano a Nagiel, era más alta que ella.  La neblina gris comenzó a rodear también a mi amiga elfa.
-Querida, las estrellas me han rebelado que te casarás. Te casarás con el Capitán de los caudillos, Azarien.- anunció Naissar. Pude ver como los ojos de Nagiel brillaban de dolor al escuchar el nombre de su futuro marido. Intentó hablar varias veces, pero la voz se le quebraba sin remedio.
-¿Qué? Pero si él sirve a nuestros enemigos.- preguntó Nagiel enfadada.
-Lo sabemos, pero vuestro enlace hará que se unan a nosotros, pues entregamos a una guerrera.- le explicó Naissar.
Las lágrimas comenzaron a descender por el rostro aniñado de Nagiel.
-¡Jamás! ¡Jamás me casaré con él!- gritó  Nagiel enfadada.
-¡No osaras desobedecer al oráculo y traicionar tus costumbres! – aulló Naissar enfadada. Desde mi silla, vi como Finn se levantaba, decepcionado. Al irse, realizó un gesto brusco que terminó derribando la silla, la cual chocó contra el duro suelo de cristal, provocando que todas las miradas se centrasen en él y su marcha.
-¡Finn espera!- le gritó Nagiel. Vi cómo le lanzaba una mirada asesina a Naissar y salía corriendo tras él.
Nagiel salió al exterior, vio a Finn sentado sobre la hierba. Sigilosa y cautelosa, fue aproximándose a él.
-Finn- susurró Nagiel. Él no se dignó a mirarla.
-Vete- respondió frío.
-Finn, escúchame- le explicaba- No he tenido la culpa de acabar con la persona equivocada, el Oráculo me eligió…
Le miró por primera vez. Tenía los ojos llorosos y rojos. Había llorado, de eso no cabía duda.
-¿Y qué pasa conmigo?- se alteró- ¡Parece que no te importe como me sienta! Nagiel, no entiendes que no puedo verte en brazos de otro, y menos de Azarien. No puedo imaginarme a la chica que amo con una bestia como él…
-¡No tengo elección, Finn! ¡No sé puede luchar contra el Oráculo! ¡Es la ley!- gritó Nagiel con el rostro cubierto de lágrimas.
-¡No me importa el Oráculo!- chilló él. Se volvió y clavo su mirada azul en los ojos llorosos de la elfa.
-No hablas en serio…tú siempre has seguido la ley, sin una falta…
-Y entonces, ¿por qué crees qué lo hago en este momento?- se aproximó a ella- Nagiel, tú me importas más que cualquier ley. Las quebrantaría todas solo para poder estar contigo. Incluso me enfrentaría a Azarien…
-¡No!- se alarmó- No puedo permitir que hagas eso. Azarien es mucho más fuerte que tú y…
-Podría morir, sí. Pero moriría luchando por lo que más me importa- Finn sujetó la cintura de Nagiel con una de sus manos y, con la otra,  le apartó el pelo, recogiéndoselo detrás de la oreja- tú.
La joven elevó la mirada y se adentró en sus hermosos ojos azules. Ahora lo veía tan cerca, demasiado cerca para saber que sus corazones nunca estarían juntos. A Nagiel se le escapó un pequeño sollozo.
-Nagiel- le llamó Finn. Acarició su mejilla con los nudillos de su mano derecha de forma lenta y dulce. Su piel era fría como el hielo, pero no le importaba,  al contrario.- Déjame besarte por última vez, por favor- susurró.
Cautelosamente, fue acercando su rostro al de Nagiel, sin apartar la mano de su rostro. Era capaz de escuchar el agudo latido de su corazón, como se aceleraba con cada centímetro que él se aproximaba a ella. Algo hizo que ella se estremeciese.
-Por favor- repitió Finn en voz casi inaudible. Sus labios se rozaron, sin llegar a completar el beso- Te amo.
Y se unieron en un profundo beso lleno de sentimiento, un sentimiento que tanto tiempo estuvo oculto en las sombras de sus vidas. Las lágrimas de Nagiel humedecieron el rostro de Finn, pero ningún detalle les impidió separarse.
-No sé que voy a hacer, el día que te vea con él yo…
-Finn- le alertó ella para que dejase de hablar- Mi corazón te pertenece, Finn. No lo olvides.


Dentro del palacio, Naissar comenzó a desvanecerse en aquella niebla gris. Cuando se desvaneció por completo, la luz de las antorchas volvió a iluminar la sala. Nadie dijo nada. La música comenzó a sonar de nuevo. Todo el mundo se levantó y se dirigió hacia una nueva sala.
Thyler me cogió de la mano y nos adentramos en esa sala dorada. Con grandes cuadros majestuosos, de escenas de batallas. Estaba lleno de camareros con hermosas bandejas doradas. En ellas aparecían elegantes copas de cristal con un líquido de color rojo y otras de color morado. La música inundó el ambiente y los distintos elfos comenzaron a bailar.
-¿Me concedes este baile?- me preguntó Thyler sonriendo.
-Por supuesto.- le dije encantada, es más, estaba esperando a que me lo pidiera. No era de quedarse sentado o hablando en una fiesta.
Le cogí del brazo y nos adentramos en la pista de baile. La música era suave y romántica. Me di cuenta de que todo el mundo nos observaba. Comenzamos a bailar. Apoyé mi cabeza en el hombro de Thyler y noté su respiración en la nuca. 
-¿Crees que Finn aceptará el destino de Naggiel?- le pregunté a Thyler.
-Le costará, pero sí.- me respondió Thyler dolido.
-Después de lo que han pasado…ellos se aman y no los podrán separar.-le dije a Thyler. La cabeza ya no me dolía y eso me aliviaba y reconfortaba.
-En este mundo todo es distinto Kiara. Si las estrellas dicen que pelearas, tú peleas. Sí dicen que te cases con un enemigo, te casas con un enemigo, sin importar que tú corazón pertenezca a otra persona.- me explicó Thyler con la voz quebrada. Nos movíamos al compás de la música. Levanté la cabeza de su hombro y posé mi frente en la suya. Acerqué mis labios a los suyos y le besé. Pude oír algunas exclamaciones en la sala. Me separé un poco de Thyler y vi a un hombre cerca de nosotros, que carraspeo la voz varias veces.
-Joven, ¿me dejaría bailar un baile con Kiara?- preguntó correcto. Thyler asintió y se alejó de mí.
-Por supuesto. Voy a por algo de beber.- respondió Thyler, desapareciendo entre las parejas que bailaban.
-Permíteme que me presente, soy Elessar de Bluelake.- dijo aquel hombre. Era más mayor que yo, de ojos azules y piel blanca como la nieve.
-Encantada, soy Kiara Wadlow.- me presenté aunque él ya sabía quién era. Me agarró y comenzamos a bailar. Thyler no le quitaba el ojo de encima, lo cual, me consiguió sacar una leve sonrisa.
-¿Sabes? Fui un gran amigo de tus padres.- me comentó Elessar.
-¿De verdad los conoció? Por favor, hábleme de ellos.- le pedí curiosa.
-Sí, conocí a tú padre en batalla y vi cómo tú madre te entregaba a tu tía. Tienes los ojos y el pelo de tu madre y la nariz de tu padre.- me dijo Elessar con una sonrisa.
-Sé que mi madre sigue viva, mi padre murió, ¿pero no sé cómo?- le dije triste y cabizbaja.
-Tú padre murió en batalla, en manos de Deathmort, ¿no te han contado la historia?- me preguntó Elessar.
Entonces vinieron los recuerdos a mi mente. Nada más llegar a Greencoast, Brígida me contó una historia. Una mujer de gran rango en el poder de la luz, se casó con el hombre más importante también de este. Juntos tuvieron una hija. El mejor amigo de su marido, estaba enamorado de ella y se lo confesó, ella ni hizo caso de sus confesiones. Empezó a haber guerras, pequeñas, de no mucha importancia, hasta que le tocó luchar a esa mujer y a su marido. Sabían que no podían ganar,  así que mandaron a la hija con su tía, la cual que no había desarrollado sus poderes, a la cuidad. En la guerra, lucharon estos tres con alma y corazón, poniendo todo su empeño en la batalla. Cuando estaban a punto de perder, él marido de ella, le dijo que se fuera, que huyera, y así lo hizo. Cuando al cabo de unos días volvieron los que consiguieron escapar, solo volvió el amigo de su marido, ella cayó en la pena y no fue a por su hija. Su amigo volvió y le sirvió de apoyo para superar la muerte de su esposo. Al cabo de los meses, ella se enamoró de él y él de ella. Un día, un conocido de aquella mujer, que lo habían dado por muerto, apareció y le reveló lo verdaderamente sucedido. Él mejor amigo de su marido, cuando estaban a punto de matarlo, en lugar de ayudarlo, dejó que lo mataran. Quería a su mujer solo para él. Ella, enfadada y llena de ira, hizo un intento de acabar con su vida. Pero él lo sabía y cuando ella lo fue a matar, huyó, renunciando a la luz y a sus poderes. Aquel amigo era Deathmort y mis padres son…
-Sí me la han contado. El mejor amigo de mi padre fue capaz de matarle, en vez de ayudarle, ahora se le conoce como Deathmort. Por eso usted me dijo que me parecía a mi madre.- le dije a Elessar.
-Tú padre se llamaba Caslan de Greencoast, fue uno de los grandes guerreros de la luz.- me anunció Elessar rememorando viejos tiempos.
En ese momento, la mujer de ojos azules y vestido color salmón, carraspeó la voz. Me giré y la vi, me solté de Elessar.
-Querido amigo, permite que me lleve a Kiara unos instantes.- le dijo la mujer a Elessar.
-Encantado de haberte conocido, Kiara.- dijo besándome la mano.
-El placer ha sido mío.- le respondí sin borrar el rostro de confusión. Elessar se fue.
-Demos un paseo.-dijo la mujer cogiéndome del brazo.
 Salimos a una hermosa terraza. La luna brillaba en el firmamento.
-Me temo que no me he presentado, soy Corina.- dijo aquella mujer. Me acerqué a la barandilla de piedra y me apoyé. Había varios metros hasta el suelo y ante mis ojos se habría un pequeño bosque verde. A lo lejos, pude divisar como Finn y Nagiel paseban cogidos de la mano por la pradera.
-Usted ya sabe quién soy, no creo conveniente que me presente.- le dije educadamente, aunque algo distante.
-No me trates de usted, no soy tan mayor.- me dijo Corina con una leve carcajada.
-Lo que desees.- le contesté.
-Antes no te he reconocido, ibas muy…oscura.- me dijo Corina sonriendo.
-No me has sacado del baile para decirme solo como iba vestida, ¿qué quieres?- le pregunté confusa.
-Nada, conocerte. ¿Sabes? Aun me acuerdo del día en que tus padres te dieron a tú tía. Tu madre lloró desconsoladamente.- me contaba Corina.
-Ya, pero luego no me vino a buscar, me dejó en un mundo en el que no encajaba.
-Te dejó allí por tú bien, aquí corrías peligro.- me dijo Corina, resguardando las espaldas de una madre a la que no conozco.
-Por ahora, me conformo con saber que no soy huérfana. Pero si de verdad me quisiera, habría venido a verme cuando llegué.- le dije fría.
-No pudo ir a verte, no se le permite salir de New Sun Shine.- me advirtió ella. Noté un agudo pinchazo en la cabeza, comencé a marearme. Me llevé una mano a la cabeza, hice un poder por mantenerme en pie.
-No sé por qué estoy hablando contigo sobre esto. No tienes derecho a entrometerte en mi vida personal. Que sea vuestra elegida, no significa que tengáis que derecho a saber de mi vida privada.- le espeté enfadada y cansada de hablar. Todo me empezó a dar vueltas, me agarré a la barandilla para no caerme.
-¿Te sucede algo?- me preguntó Corina preocupada.
-No, creo que…- comencé a decir, pero para entonces los ojos se me cerraban y notaba mi cuerpo pesado.

No podía mantenerme en pie, intenté agarrarme con más fuerza. Algo en mis adentros me empujo para que cayera al vació. Comencé a no oír nada, solo los latidos de mi propio corazón. Abrí los ojos durante un instante y vi que estaba cayendo y también visualice a Corina gritando mi nombre. Noté como mi cuerpo chocaba contra algo suave. Volví a abrir los ojos y vi que estaba en el lomo de un lobo de pelo cobrizo. Giró la cabeza y sus dos ojos dorados penetraron en los míos.  Intente gesticulas unas palabras, pero no pude. Aquel hermoso lobo era el de mis sueños, el del cuadro del castillo de Brígida. No podía mantenerme despierta, cerré los ojos y dejé que el cansancio me arropará. Perdí el conocimiento con aun la mirada de aquel hermoso lobo puesta en mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario