Descripción del blog:

Este es un blog en el que dos amigas publicamos nuestra historia. Comenzamos con la primera parte; "Aullido en la oscuridad" ¡Esperamos que os guste!

sábado, 4 de enero de 2014

Aullido en la oscuridad. Capítulo: 12

El cielo comenzó a encapotarse de nubes densas y grises. No tardaría en desencadenar una tormenta.

-Debemos darnos prisa o la lluvia nos alcanzará- anuncié acelerando el paso hasta colocarme a la altura de Finn- ¿Cuánto tiempo nos queda para llegar?

-Nada, Kiara. Divisamos New Sun Shine encima de esa colina- dijo señalando lo alto de ésta.

-Perfecto- le felicité dándole unos golpecitos en el hombro- Buen trabajo, Finn.

Tras el gesto, me sonrió. Se notaba en su mirada que estaba orgulloso de sí mismo. Dejé que él siguiera encabezando al grupo y me dirigí donde Thyler. Tai estaba dormido, subido a su espalda. Kiara acarició el pelo del jovencito.

-Tan pequeño y ya tiene que vivir algo así- susurré con tono nostálgico.

-Tendrá doce años, pero Tai es consciente de a dónde va y por qué- explicó Thyler mirando a mis ojos preocupados- No sufras por él, no dejaré que le ocurra nada. 

Eso me aliviaba, sabía que ellos dos eran los que más tiempo llevaban en el castillo junto a Brígida. Como dos hermanos de distinta sangre.

-Ya hemos llegado- anunció Finn- Kiara, bienvenida a New Sun Shine.

Caminé hasta colocarme la primera del grupo. Toda una ciudad estaba alzada a mis pies. Pequeñas casas de ladrillo construidas a las orillas del río de aguas cristalinas que atravesaba la ciudad. Y, a lo lejos, un gran castillo cuyas torres parecían ansiosas de alcanzar las nubes. Una gran bandera de color rojo con cuatro cruces negras a los extremos se encontraba en el extremo la torre central, la cual, estaba rodeada de otras más pequeñas.

Tuvimos que cruzar el río por un estable puente de madera. Thyler bajó a Tai de su espalda. El jovencito le costó estabilizarse a causa del cansancio. Yo seguía pensando que era demasiado pequeño ara este viaje. Nos adentramos en el pueblo. Los habitantes de New Sun Shine eran muy peculiares. No eran todos de una misma raza mágica. Elfos, enanos, hechiceros…todos ellos reunidos en un mismo lugar.

-¿Sorprendida?- me preguntó Finn.

-La verdad, no me imaginaba New Sun Shine así. Está llena de vida y de…luz.

-Esta es una de las ciudades de GreensCoat que Deathmort no ha logrado conquistar. La luz reina en ella, como ya te has fijado.

-Pero, no lo entiendo. ¿Cómo es posible que el poder de Deathmort no haya podido con una ciudad tan pequeña?

-Como habrás podido comprobar, en este lugar hay varios seres mágicos distintos. Unieron sus fuerzas cuando Deathmort intentó invadir New Sun Shine hace una década. Juntos eran más poderosos que la magia oscura- me explicaba Finn- Estas es la ciudad más cordial de GreensCoat, aquí es donde se celebran las actos y eventos más importantes de toda la región. Eventos como el de esta noche.

Le miré sorprendida.

-¿Otra fiesta?- grité alarmada.

-Es la fiesta Élfica, la celebración más importante para los de mi especie. En esta reunión, planean nuestro futuro los más sabios del consejo de los elfos.

-¿Planear vuestro futuro?- le pregunté extrañada- Pero, no pueden. Nadie puede ser dueño de vuestro futuro, únicamente vosotros.

-Kiara, no lo entiendes. Es nuestra tradición más sagrada, debemos cumplirla.  Y…esta es la más importante para mí…

Antes de que yo le pudiese contestar, un elfo de baja estatura y de pelo gris en su barba y el poco que le quedaba sobre la cabeza, se nos acercó a nosotros.

-¡Bienvenidos! Os llevábamos esperando unos días.

-Hemos tenido una serie de problemillas por el camino, Lendgar- le comunicó Nagiel.

-Ya veo. Y vosotros viajeros. ¿Quiénes sois?- nos preguntó Lendgar a Thyler, Tai y a mí.

-Ellos son Thyler y el pequeño Tai- respondí señalándoles- Yo soy Kiara Wadlow.

Lendgar cambió su expresión, como todos aquellos a los que les comuniqué mi nombre. Lo esperaban con ansia e intriga.

-¡Por todos los elfos! ¡Eres tú! ¡Kiara Wadlow eres tú!- exclamó.

-Sí- afirmé- Eso dice en mi partida de nacimiento…

-No os quedéis ahí parados, entrad- nos invitó a pasar- ¿Asistiréis a la ceremonia verdad? Es las más importante para aquellos elfos de la edad de Finn y la hermosa Nagiel- el comentario hizo que se sonrojase- y ellos incluidos, por supuesto.

-Asistiremos encantados- dijo Thyler.

-¿No os cansáis de celebrar tantos eventos?- se quejó Tai- Alguna vez podríais probar a permanecer sentados durante una hora. Dicen que de esa forma no corres peligro, ¿sabéis?

Lendgar soltó una gran carcajada que hizo que Nagiel se sobresaltase.

-Pequeño diablillo- le dijo revolviéndole el pelo a Tai quien mostró una mueca en su rostro- Venga, entremos dentro y prepararos Finn y Nagiel.

Los grandes portones de madera del castillo se abrieron de par en par, dejando a la vista un gran recibidor adornado por muebles de marfil y suelos de cristal y dos escaleras en forma de caracol que, según intuí, dirigían a las habitaciones. Varias personas, todos ellos elfos, vestidos con trajes largos y pomposos y esmóquines de fiesta, atravesaban los grandes salones, bebían de sus copas y reían creyéndose superiores.

-Creo que esta noche va a ser muy larga- dijo Thyler mirándome.

-¿Por qué dentro del palacio todos ellos son elfos? ¿No se suponía que era en esta ciudad donde las razas mágicas se juntaban?- pregunté algo irritada.

-Al inicio de los tiempos, esta fue la primera tierra habitada por los elfos. No existía WhiteTower. Pero un gran grupo de elfos se relevaron contra el rey de entonces, iniciando un desacuerdo. El rey aprobó su expulsión, desterrándolos a la tierra que hoy se conoce como WhiteTower. De modo que, antes de la batalla contra Deathmort y sus secuaces, todos los que vivían aquí eran elfos.

-Y, ¿qué paso con el desacuerdo?

-Al ver ganado la batalla contra la oscuridad en New Sun Shine y haberla perdido en WhiteTower, decidieron firmar un pacto de paz con la condición de mantener ambos reinos separados, pero los bienes para ambos juntos.

-Entiendo- susurré llevándome una mano a la cabeza. Un fuerte pinchazo se expandió por ella.

-Kiara- me llamó Thyler- ¿Qué te sucede?

Le miré, su mirada se volvió dulce, como si el amarillo de sus ojos quisiese fundirse en oro líquido.

-Nada, estoy algo cansada por el viaje, eso es todo- le contesté con una sonrisa forzada.

-Ven, siéntate en esos sillones de allí- me dijo señalando unos grandes asientos de terciopelo rojo- Voy a buscar a Finn y Nagiel, por el ajetreo que veo, la fiesta va a comenzar.


Me regaló una de sus preciosas sonrisas y subió una de las grandes escaleras de caracol. Yo lo observé hasta que desapareció. Un nuevo pinchazo, acompañado de un dolor realmente intenso, hizo que me cubriese la cabeza con mis manos. No era un dolor de cabeza corriente…

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