Descripción del blog:

Este es un blog en el que dos amigas publicamos nuestra historia. Comenzamos con la primera parte; "Aullido en la oscuridad" ¡Esperamos que os guste!

jueves, 5 de diciembre de 2013

Aullido en la oscuridad. Capítulo: 9

Notaba unos fuertes brazos rodeándome con ternura. El calor del edredón no se había evaporado. El bonito vestido estaba tirado por el suelo, los zapatos, las joyas… La luz entraba a raudales por la habitación. Un vendaje tapaba lo que era un gran arañazo. La noche pasada, descubrí a él lobo de la foto. Pero… ¿quién sería?
Noté una mirada fija. Poco a poco me fui girando para ver quién era.
-Buenos días- me saludó Thyler.- Te prometí que estaría contigo antes de que te despertases.- dijo suavemente. Yo me desperecé un poco. Sus dorados ojos se volvieron muy brillantes con aquella luz matutina.
-Buenos días.- dije mirándole fijamente. Pasé mi mano por su rostro, suavemente, para comprobar que no era un sueño. Thyler poco a poco se fue acercando a mí, hasta que acabó en un bonito beso mañanero.
-No has pasado aquí toda la noche. ¿A dónde te fuiste a noche?- pregunté. Su pecho se encontraba junto al mío. No llevaba camiseta. Pude notar como su respiración aumentaba por momentos. Sus ojos se oscurecieron, haciendo desaparecer aquel brillo que tanto me gustaba.
-Tuve que arreglar unos asuntos.- dijo suavemente, sus ojos seguían oscuros.
-Mientes.- aseguré fría y duramente.
-¿Por qué iba a mentirte?- preguntó sonriendo torcidamente.
- Cada vez que mientes, tus ojos se oscurecen. Se vuelve fríos e inquebrantables.- le dije con la voz entrecortada, él se levantó. Un frío exterior se quedó prendado en mis carnes.- Seguro que tiene que ver con ese secreto, ese que yo no puedo saber. Lo sabe todo el mundo menos yo.- le dije incorporándome también.
Thyler ahora estaba sentado en el borde de la cama, yo salí deella. Me di cuenta de que llevaba un camisón corto de seda rojo. Di la vuelta a la cama despacio. Él frio suelo se clavaba en mis pies como punzantes agujas. Me acerqué a él hasta que le tuve en frente. Tenía la cabeza agachada.  Yo me encargué de elevarla, sosteniéndola entre mis manos. Sus manos se apoyaron sobre las mías. Suavemente.
-Si no te lo puedo decir es por tu seguridad. Llegado el momento te lo confesaré.- dijo mirándome fijamente. Sus ojos dorados se me clavaban como dagas de oro.
-¿Es malo? ¿Tan malo que no me lo puedes decir? -le pregunté  desviando la mirada.
-Para mí es una tortura.- dijo sin quitarme la vista de encima.
-Dímelo y así sabré si te podré ayudar.- le miré de forma tierna.
-No, no me podrás ayudar. Nada ni nada puede. Es mi poder, forma parte de mí. Por mala suerte…-dijo Thyler, su expresión parecía dolida.
-Tú sabes quién soy yo, pero yo no sé quién eres tú.- le dije mirándole fijamente. Las palabras sonaban suaves y duras en esa conversación. Hacían más daño que un puñetazo.
-Kiara, créeme. Sigo te lo oculto es porque…huirías de mí, me temerías. Dejarías de quererme, para siempre. No puedo controlarme cuando el poder se adueña de mí. Si te llegase a hacer daño no me lo perdonaría jamás.
-Thyler…
-Por favor, no me recuerdes más este tema. Cuando estoy contigo se me olvida y, por unas horas, puedo ser totalmente feliz.- susurró suavemente. Sus labios dibujaban una bonita sonrisa, pero no lograban ocultar el dolor que sus ojos expresaban.
-No lo haré.- le dije pasando mi mano por su mejilla.
Se levantó y, sus manos, ahora resbalaban por mis brazos; estaban calientes. Finalmente se posaron en mi cintura, en ese instante, pegó su frente contra la mía. Mis brazos, sincrónicamente, se posaron en su pecho. Podía notar los latidos de su corazón. Cerré los ojos.
-Tienes que saber que si te hiciera daño de esa forma, no me lo perdonaría y…buscaría la muerte.- susurró Thyler con voz grave. Me impulsó contra él y nos fundimos en un nuevo beso, apasionado, romántico.
Mi cuerpo encajaba perfectamente con el suyo y mi corazón volvió a latir con fuerza. Me estremecí, aquella corriente eléctrica me atravesó, al igual que a él. Se apartó un poco de mí, pero yo no deje que fuera por mucho tiempo. Volví a unir nuestros labios, con necesidad. Poco a poco se fue apartando de mí.
-Será mejor que nos cambiemos.- dijo Thyler sonriéndome. Ahora sus ojos volvían a brillar y su rostro se iluminó de nuevo.
-Hoy nos iremos, ¿no?- le pregunté confusa.
-Sí, cuanto antes mejor.-aseguró.
Me acerqué a la silla en la que estaba el traje de lucha, lo cogí. Me metí en el baño y cerré la puerta. Me quité aquel camisón y me puse la blusa blanca y aquellos incómodos pantalones de cuero negros. Me lave la cara, los dientes y me peiné. Abrí la puerta para salir del baño, Thyler estaba esperándome, mirando por la ventana. Me acerqué a él y me asomé. Había una muchacha pelirroja, vestida con un traje verde, despidiéndose de una mujer con el pelo de su mismo tono y un hombre de piel pálida. A su lado un chico de pelo oscuro, despidiéndose de una mujer con el pelo gris y de baja estatura, la cual, le entregaba una gran espada.
-Voy a tener que luchar y romperé familias ¿verdad? Ellos no tienen la culpa de esta guerra que se acerca.- esas palabras salieron del fondo de mi alma, y Thyler se giró, me cogió de las manos y me miró fijamente.
-Ni tú, ni nadie tiene la culpa. Ellos están escogiendo luchar por su ciudad, por sus familias.- dijo Thyler mirándome fijamente.
-Pero ellos… ¿Creen en lo que creo yo? ¿Ellos me quieren por lo que soy o por quién soy?- le dije confusa.
-Dales tiempo. Yo ya te estaba esperando, ellos no.-dijo Thyler sin quitarme las manos de encima.
-Quiero partir a New Sun Shine.- le dije sin rodeos.
-¿Cuándo?- preguntó desconcertado.
-Mañana o pasado, quiero exigir su protección. Y quiero averiguar quién es ese tal Deathmort.- le dije mirándole a los ojos, como él a mí.
-Sabes que iré a donde vayas y que te protegeré.- dijo Thyler. Nos estuvimos mirando unos minutos a los ojos, hasta que nos volvimos a besar.
-Está bien.- dije obligada a separarme de él, desganada-  No perdamos el tiempo, tenemos un largo viaje hasta casa.- dije cogiéndole de la mano.
Me puse la chaqueta de cuero negra y enfundé las múltiples armas. Thyler hizo lo mismo, llevaba más armas que yo. Salimos de aquella estancia y bajamos las escaleras, raudos. Se oía el repiquetear de mis botas en las escaleras. Pero de fondo se oían unos pasos, caminando por el hall. Cuando llegamos, había un hombre esperándonos y un niño. Thai y Loren.
-Buenos días.- nos saludó Loren.
-Buenos días, partimos ya.- dije mirando a Thai, quien se puso a mi vera.
-¿No os queréis quedar?- preguntó Loren, decepcionado.
-Quiero partir mañana a New Sun Shine.- le dije bruscamente.- Gracias por todo, Loren.
-Hay un pequeño problema, Vivaz…aún no está curado del todo.- dijo serio.
-No pasa nada, iré en su caballo. Cuando esté bien, me avisarás y vendré a por él. ¿Entendido?- dijo Thyler.
-Bien, pues gracias. Siempre serás bienvenida aquí, elegida.- dijo Loren haciendo una media reverencia.
Salí marcando un fuerte paso por aquel hall. Cuatro caballos estaban esperándonos. Aquellos dos muchachos, Nagiel y Finn, estaban acariciando a dos caballos negros como la misma noche.
-Nos vamos.- les comuniqué.
-Bien, iremos con vosotros.- dijo Finn.
-No es necesario.- les dije mientras subía a Alma.
-Iremos.- afirmó Nagiel mirándome fijamente- Te juramos fidelidad, no te vamos a fallar.
- Lo que deseéis.- les dije sonriendo.
Subieron a sus respectivos caballos, Thai me miraba fijamente, mientras Thyler subía a Alma. Agarró con una mano las riendas y con la otra me rodeo a mí con la mano derecha.
-Tenemos prisa. ¿Entendido?- dije mirando a Nagiel y a Finn.
-Entendido.- dijo Finn con vos firme.
De repente Alma comenzó a correr. Veía los tenderetes y a la gente despedirse de Nagiel y Finn, deseándoles suerte. Las puertas de la gran ciudad se abrieron, yo eché el último vistazo a la hermosa torre blanca. Toda la pradera, hasta llegar al bosque, estaba manchada de sangre. Las patas de Alma se empezaron a poner rojas, como las de los demás caballos. En pocos minutos, ya no había rastro de la maravillosa ciudad, estábamos adentrándonos en aquel bosque que contenía pequeños claros que dejaban pasar la luz del sol. Todos íbamos corriendo, mientras salíamos. Había oído como unas mujeres comentaban que había habido un ataque esa misma mañana. El cuerpo de Thyler estaba ardiendo. Noté algo raro en el ambiente y Thyler lo notó también. Llevábamos muy poco camino recorrido. 
-¿Lo notas?- me preguntó ordenando a Alma que corriera más.
-Sí, no estamos solos. ¿Te importa?- le pregunté a Thyler. Le sequé el arco  y las flechas. Preparé una flecha en el arco. Le besé.- Por si nos pasará algo, te quiero.
-Y yo a ti.- dijo Thyler. Algo en mi interior notaba una presencia muy oscura en ese bosque, se movían rápido. Compartí miradas con Nagiel y Finn, que desenvainaron unas hermosas dagas. Thai, sacó su arco.
Ninguno dispararía hasta que yo lo hiciera y yo era la que sabía dónde estaba cada uno de ellos. Sujeté el arco con fuerza y empecé a disparar entre los matorrales, humo negro empezó a salir desde los adentros de estos. De repente, unas flechas negras nos empezaron a llegar y a disparar. Nagiel y Finn, se adentraron por los matorrales y empezaron a rematar. En pocos minutos, ya no notaba nada más allí. Alma dejo de correr, se fue parando. Las manos de Thyler empezaron a resbalarse de mi estómago y de las riendas Cayó al suelo. Nagiel y Finn que iban por delante con Thai, vinieron corriendo hacia mí. Salté del caballo y me incorporé al lado de Thyler, quien se estaba empezando a quedar pálido y frío.
-¡Thyler! ¡Thyler! ¿Qué te pasa…?- grité agobiada. Noté algo húmedo en la mano que le sostenía por detrás. Las saqué. Mi mano estaba cubierta de sangre. Le apoyé en el suelo con cuidado. Tenía una gran flecha negra clavada en la espalda. Nagiel, estaba a mi lado.
-¿Qué ha pasado?- preguntó confusa.
-Le han disparado.  Hay que taponarle la herida y llevarle corriendo al castillo de Brígida.- dijo Finn. Desclavándole la flecha de la espalda, Thyler emitió un quejido. Le había atravesado la cazadora de cuero. Finn la rasgó e hizo lo mismo con la camiseta. Su espalda ahora lucía roja.- Me dejas la flecha.- la examinó durante unos minutos.- Lo que me temía, es de plata.
-¿Y qué tiene que ver?- pregunté nerviosa, intentándole hacerle un torniquete con su camisa. Pero no era suficiente.- Sujeta.- dije entregándole la chaqueta de cuero a Nagiel.
Me quité la camisa, dejando mi pecho al aire. Amarré un extremo de la manga con el otro y, con mucha fuerza, le rodeé el pecho, ajustándoselo a la espalda. Se la apreté. Nagiel me pasó la chaqueta y me la pusé. Tape a Thyler con su chaqueta de cuero manchada de sangre.
-Thyler es…alérgico, por decirse de algún modo, a la plata.- me informó Finn.
-Bien, ayudadme a subirle a Alma.- dije levantándome. Thyler, tenía los ojos cerrados. Estaba consciente, por ahora.
Le subí; con ayuda de Finn y Nagiel, a Alma. Luego subí yo. Le sostenía entre mis brazos. Estaba frío. Alma corría rauda, yo solo tenía puesta la mirada en Thyler. Pequeñas lágrimas corrían fugaces por mi rostro. La brisa fresca de aquel bosque, entraba como una puerta abierta a mí pecho, no importaba. Lo importante era salvar a Thyler. De repente, una de sus manos, me agarro la muñeca. Se empezaba a ver el castillo. Thyler abrió los ojos.
-Kiara…-  susurró. Sacó fuerzas y prosiguió.-…yo, por si no sobreviviera, quiero que sepas que te quiero muchísimo. Y si algún día conoces cara a cara a Deathmort, quiero que le claves una daga en el corazón por mí.- dijo sacando fuerzas, su mano resbalo y sus ojos comenzaron a cerrarse. 
-¡Thyler! ¡Thyler! -grité llamándole. Estábamos ya en el campo de entrenamiento.-…aguanta, por favor, estamos llegando. Dijiste que me llevabas esperando mucho tiempo, pues ahora, aguanta un poco más, solo unos minutos…por favor…yo también te quiero…- dije muy dolida mientras las frías lágrimas brotaban de mis ojos.
Las puertas de aquel castillo se abrieron de par en par. Brígida apareció. Baje del caballo y cogí a Thyler, por debajo de los hombros y arrastrándolo como pude y, con la ayuda de Finn, le lleve hasta ella. Brígida vino corriendo a ayudarme. Finn y Naigiel, junto con Thai, me ayudaron a pasorle sobre el suelo.
-¿Qué ha pasado?- preguntó la anciana. Llevaba un traje blanco.
-Nos han atacado.- le dije duramente.-Por favor, tienes que ayudarle.
-Te dije que uno de los dos acabaría herido, te dije que te apartarás de Thyler y no me hiciste caso.- dijo en tono frío y distante. Le llevábamos a dentro. La imagen del cuadro se había cumplido y, ahora, brillaba con mucha fuerza.
-No hay tiempo para sermones, sálvale.- le dije comenzando a irritarme.
Estábamos ya en su cuarto, le tumbamos en la cama y Brígida le quitó el improvisado torniquete. Thai se quedó fuera.
-Está muy débil. No creo que le pueda salvar.- anunció Brígida mirándome fijamente. Su rostro no expresaba ni una gota de dolor. Nada.- Traedme paños, agua y unos polvos dorados que hay en mi escritorio.- exigió.
- Voy yo.- dijo Finn. Salió de la habitación, corriendo. Cogí la mano inerte y fría de Thyler.
- Hola Nagiel. ¿Qué tal por White Tower?- le preguntó Brígidahasta que Finn regresó. Dejo todo lo necesario en una mesilla, al lado de Brígida.
-Será mejor que te vayas querida.- dijo Brígida mirándome fijamente.
-No, no puedo.- respondí dije sin desviar la mirada del frío rostro de Thyler.
-Llévatela Nagiel, no dejes que entré hasta que yo te diga.- dijo ordenándole a Nagiel, me cogió de la cintura y tiró de mí.
-¡No!- chillé- ¡Suéltame!
Parecía no tener fuerza, pero consiguió arrastrarme hasta la puerta. Me empujo y salí. Cerró la puerta tras de mí, con fuerza. Mi espalda resbalo por la pared, hasta encontrarse con el suelo. Hundí la cabeza entre las piernas. Volvía a llorar.
-No te preocupes, le salvará.- dijo sentándose enfrente mío.
-No, no he llegado a tiempo. Él me protegía a mí, ¿pero quién le protegía a él?- las lágrimas surcaban mis mejillas.
-Yo le conocía, viene a entrenar aquí. Hubo una vez, que vino con la ropa hecha girones y una gran brecha en la rodilla izquierda. Le dijeron que no se curaría, que no volvería a poder andar bien. Y Brígida le curó con esos mismos polvos.- dijo sonriendo.
- ¿Tú conociste a Thyler de pequeño?- le pregunté intrigada y sorbiendo por la nariz.
-Sí. Él vivió con nosotros hasta los dieciséis.- respondió Nagiel.
-Me hubiera encantado haberle conocido antes, de pequeño.-dije sonriendo- Todo sería distinto.
-No te preocupes, él no se rinde tan fácilmente, sobre todo si tiene algo por lo que luchar.-dijo Nigiel sonriendo.- ¿Estáis…juntos?
-Se podría decir que sí. ¿Y tú con Finn?- le pregunté, sonriéndole pícaramente, ella se puso roja.
-Solo somos compañeros de lucha.- dijo Nagiel con la voz entrecortada.
-He visto cómo te mira y te puedo asegurar que le gustas, mucho.- le dije sonriéndole.
-¿Pero él a mí no me…?- dijo escondiendo su rostro entre sus manos.
-Solo hace falta ver cómo te estás poniendo.- le dije sonriendo. De repente un gritó ahogado salió de la habitación.- Thyler…
-No, es normal. Eso es bueno, se está curando.- dijo calmándome.
-Tendría que estar allí dentro, con él.- susurré.
-Thyler no hubiera querido que le vieras así.-dijo mirándome fijamente.
-Tengo una pregunta para ti. Las dos mujeres y aquel hombre de mediana edad que os estaban despidiendo. ¿Eran vuestros padres?- le pregunté curiosa.
-Sí, ellos querían decirnos que nos querían. Que lucháramos por lo que creemos y que sobre todo, por nuestra especie.- dijo. Su cara se entristeció.-      Luchams por nuestra ciudad, por nuestras familias, por el resto de los nuestros, por lo que creemos, por quien creemos. ¿No me estarás preguntando esto para ponerme a prueba?- preguntó intrigada.
-No, es solo que no quiero que seáis solo mis aliados, quiero que seamos amigos. Todo camino, empieza encontrando a las personas con lo que lo vas a recorrer.- le dije mirándole a los ojos- En mi mundo yo no tuve esa oportunidad…
-Sé lo que quieres saber y adónde intentas llegar a parar.- dijo finalmente, andándose sin rodeos.- Yo no te voy a decir el poder de Thyler. Finn y yo ya hemos asumido que hay muchas posibilidades de que no volvamos a casa, a ver a los nuestros. ¿Moriremos en batalla?...Puede pero, al menos, me podré ir con la cabeza bien alta, porque habré luchado por lo que creo.- dijo seria.
-Palabras muy sabias, pero no dejaré que muráis.- le dije finalmente.
La puerta se abrió y Finn apareció. Sonriendo suavemente, interrumpió nuestra conversación.
-Ya puedes pasar.- dijo sonriendo.
Me levanté rauda y abrí la puerta del todo. Entré en la habitación. Brígida estaba sentada. Thyler, medio consciente, con un vendaje tapándole el pecho. Me acerqué a él y le cogí la mano. Estaba caliente y tenía sudor por la cara. Le besé en la frente.
-Lo siento.- le dije suavemente. Brígida escuchaba nuestra conversación.
-¿Por qué?- preguntó con un hilo de voz.
-Porque tú me protegías a mí y ¿quién te protegía a ti?...Nadie.- le dije mirándole fijamente. Las lágrimas pretendían brotar de nuevo. No quería que me viese llorar, no otra vez.
-No te preocupes. Mañana volveré a estar en pie. Volveremos a cabalgar juntos, sin que nadie me disparé.- dijo intentándose reír.
-Descansa, no fuerces.-dije agarrándole la mano con fuerza.
Y, sin soltar la mano del joven, me dirigí a Brígida.
-En cuanto a usted, cuando Thyler esté bien partiremos a New Sun Shine. La situación es delicada, estamos rodeados por Deathmort. Lo de esta mañana ha sido solamente el principio.- le dije mirándola fijamente.
-Hacer lo que os plazca, aquí tenéis un lugar dónde regresar.- dijo sonriendo. Se levantó y salió de la habitación.
Thyler me miraba fijamente. Sus ojos expresaban dolor, cansancio y amor. Me cogió la otra mano.
-Lo acabará aceptando.- dijo suavemente.
-Esperemos…-le dije sonriendo.
-Ahora que estamos solos, ¿te importaría dormir conmigo? Tengo miedo a dormir y luego a no despertar. – dijo sonriéndome. Di la vuelta a la cama, me quité todas las armas, las botas y la chaqueta de cuero. Me tumbé junto a él y pasé mi mano por su abdómen.
-Buenas noches, mañana te prometo que te despertarás.- le dije sonriendo. Le bese en los labios.
-Te quiero, Kiara Waldlow.-dijo Thyler sonriendo.
Cerramos los ojos y, poco a poco, el cansancio se fue convirtiendo en sueño y el sueño en realidad.


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