La respiración entrecortada del lobo
podía escucharse con total claridad. Intenté aproximarme a él, con cautela. En
el fondo era Thyler, él mismo de siempre. Aquel joven apuesto que, ahora
convertido en su transformación lobuna, era mucho más elegante. Poco a poco,
con pequeños pasos, me acercaba a él. Se mantenía inmóvil, con su triste mirada
clavada en mi cuerpo. Alargué mi mano, con la intención de acariciar su cabeza,
pero se aparto de manera brusca, abalanzándose sobre mí. Ante su reacción, el
único movimiento que pude articular fue tirarme al suelo, cubriéndome la cabeza
con los brazos. El lobo de pelaje cobrizo, saltó por encima de mí, atacando a
uno de los hombres de Azarien que llevaba intención de asaltarme. De forma
inútil por mi parte, dos nuevos hombre me sujetaron por detrás,
inmovilizándome.
-¡Soltadla!- gritó Tai empuñando su
pequeña daga. Thyler se volvió, enseñando sus dientes, enfurecido.
-¡Ya basta!- avisó Azarien- Deathmort
los quiere vivos, sobre todo a ella- me señaló y, sigilosamente, se acercó a
Nagiel que la sujetaban de la misma forma que a mí. Azarian la examinó de
arriba abajo, su gesto me resultó repugnante. Le alzó la barbilla con sus
dedos, ella intentaba no fijar se mirada en sus oscuros ojos- Nos veremos en el
altar, preciosa.
Finn intentó atacarle, pero Thyler le
obstaculizó el camino situándose delante de él, gruñendo. Azarien y sus hombres
se perdieron entre los árboles del bosque y la noche.
Todas las miradas se centraron en
Thyler, quien dio media vuelta y echó a correr veloz. Hice un amago de seguirle
hasta que la mano de Finn me retuvo.
-Es mejor dejarle solo.- me advirtió-
Volverá.
Yo asentí y me acerqué a Nagiel para
asegurarme de que estaba bien, sin daño alguno. Así fue.
-Vaya, vaya- dijo una voz detrás de
nosotros- Veo que necesitáis mi ayuda más de lo que imaginaba. Te creía más
valiente e inteligente, elegida.
Cassandra apareció de repente entre
nosotros. Vista de cerca, era mucho más bella que la primera vez que se vieron
en el lago. Su pelo rubio se detenía sobre sus hombros y su silueta,
seguramente sería la perdición para muchos soldados y guerreros.
-¿Dónde está nuestro pequeño lobo?-
preguntó ella con carcajadas.
Molesta, caminé hacia ella con mi puñal
empuñado y preparado. Estuve a punto de dirigirle la palabra cuando ella alzó
su mano, tensa y firme. Algo inexplicable apareció, impidiéndome seguir
avanzando hacia Cassandra. Aquella barrera invisible me tiró al suelo.
-No me subestimes, Kiara. Mi magia es
mucho más poderosa que los fuertes vientos, que las poderosas mareas y que el
impenetrable fuego. Muéstrame un respeto, no dejas de ser una humana.
-¡Es la elegida!- gritó Tai- ¡Tú eres
quien debería postrarse ante ella!
-¡Silencio, joven Tai! No me obligues a
usar mis poderes contra ti,
-¿Cómo sabes mi nombre?- preguntó
extrañado.
-Soy la bruja y hechicera más poderosa
de la región. Conozco todos y cada uno de vuestros temores, secretos e incluso
pasiones.
-Demuéstralo- le retó Finn.
-Finn… un joven elfo, guerrero y
entregado a la ley, siguiéndola al pie de la letra hasta que el Oráculo cambia
su destino y el de la persona a la que ama- imitó un tono de voz burlón e
irritante- incluso que es capaz de enfrentarse a el Capitán de los caudillos
por el amor de Nagiel de Lie, ¿no es cierto?
-¡Cállate, bruja!- espetó Finn furioso.
Alzó su espada, presionando el extremo afilado contra la parte de debajo de su
mentón.
-Admite que tengo razón, elfo- chasqueó
los dedos y cambió el sentido del arma de Finn. Ahora la espada apuntaba hacia
él.- No vuelvas a poner en duda mi magia. ¡Quedáis advertidos todos!
Tai resopló exasperado antes de hablar.
-Oye mira brujita, está muy bien todo
ese rollo de chasquear los desde- imitó el gesto de Cassandra- y que todo se
vuelva como quieres. Pero llevamos horas andando y ahora solo quiero dormir y
descansar. Así que, por mi bien y el de todos imagino, sube al caballo, guarda
silencio y procura de que no me percate de tu presencia- se subió al caballo-
¡Venga! ¡Ya es hora de irnos!
Confusa por lo que había ocurrido en
esos últimos segundos, monté a lomos del caballo y miré a Finn.
-Conoces el camino a Bluelake, Finn.
Condúcelos a todos, nos veremos allí.
Partí veloz, sin dar riendas a
preguntas. Debía encontrar a Thyler, hablar con él, ahora sabía que él tenía
respuestas a muchas de mis preguntas confusas. Cabalgué por sendas escabrosas y
lúgubres. Grité su nombre varias veces, hasta que caí en la cuenta de que, en
esos momentos, querría estar solo, sin dar señales de vida. Ni siquiera a mí. Suspiré,
llevánome la mano el pecho, justo a la altura del corazón. Poco a poco, la bajé
hasta la piedra del volcán. Cerré mi puño con ella dentro. Quemaba. Abrí la
mano y la joya brillaba con su máximo esplendor. Un rojo pasión intenso se
adueñó de toda su superficie. Lentamente, fue elevándose, de forma que la
inmensa luz le marcaba el camino que yo debía seguir. Comencé a caminar
siguiendo el rastro. Acabé en una llanura, partes de ella congeladas a causa
del frío de la noche, la luz se apagó de golpe. Bajé de la yegua y divisé una
sombra a lo lejos. Un cuerpo difuminado sentado sobre la hierba. Caminé hacia
él con la esperanza de que fuese Thyler. Y así fue.
-Fuiste tú desde el principio- me decidí
a decir- El lobo del cuadro, de mis sueños, quien me salvaba en todas las
ocasiones…
-Kiara, vete. Déjame solo- me espetó.
Tomé aire y me senté en el suelo, junto
a él. Mostraba la mirada perdida, sumergida en sus más profundos pensamientos,
aquellos a los que yo no llegaba a alcanzar ni con mi máximo esfuerzo. Sus
fuertes brazos rodeaban sus rodillas, contemplé su marca del hombro esta vez al
descubierto a causa de su transformación en lobo. Únicamente su pantalón de
lucha cubría su cuerpo de cintura para abajo. Acaricié su marca del hombro con
las yemas de los dedos, de arriba abajo.
-Todos los lobos de la orden de
GreensCoat tenemos esa marca- explico el en un tono de voz bajo y grave.
-¿Qué significa?
-Los secuaces de Deathmort mataron a
todos los miembros de la manada que lucharon contra la oscuridad la primera vez
que impuso su poder sobre la región. La gota simboliza la última lágrima que el
lobo superviviente derramó antes de caer fallecido, a cause de una flecha en el
costado. De ahí que en la marca, la lágrima esté atravesada por una flecha. Ese
lobo tan solo era un niño, un inocente niño. Desde aquel año, cada lobo que
entraba en la tribu era marcado por una seña como esta- se señaló su hombro.
No me extrañó. Deathmort tenía un corazón tan despiadado como para
acabar con la vida de un niño. Un indefenso niño, sin entrenamiento como para
adentrarse en una batalla tan feroz como contra la oscuridad.
-Kiara- me llamó Thyler volviendo su
rostro hacia mí por primera vez- ¿Me tienes miedo?
-¡No! ¡Por supuesto que no!
-Deberías tenerlo, al fin de cuentas, si
analizas y estudias mi raza, soy un asesino. Siempre hemos llevado esa fama
sobre nuestra espalda. Todas las personas huyen de nosotros, nos temen. ¿Por
qué no ibas a hacer tú lo mismo?
-Porque las otras personas no estarían
enamorada de ti. De un chico que me ha salvado la vida innumerables veces con
su forma de lobo.- le agarré una mano con delicadeza- Y que me mantiene viva
con su forma humana cerca de mí. No eres ningún asesino, Thyler. ¿O es que no
recuerdas todas las veces que me has protegido? La gente os pone esa etiqueta
porque parece que todos debemos llevar una asignada durante el resto de
nuestras vidas, pero se equivocan. Vosotros, tu tribu, sois mucho más valientes
y magníficos que cualquier otra raza mágica, incluso la humana.
-Creía que no me volverías a ver con los
mismos ojos, no con la misma mentalidad…
-Ya ves que no- le aclaré- ¿Por eso no
me contaste tu verdadera naturaleza? ¿Por miedo a mi reacción? Parece que no me
conozcas…
-¡Corría el riesgo de perderte! Kiara,
tú no sabes lo he sido capaz de llegar a hacer transformado. He matado a gente,
asesinos que atentaban contra la región…
-Eran asesinos, ellos habrían matado a
muchos otros.
-Ahora mismo, mataría de nuevo a
cualquiera de esos hombres con tal de que no hubieras descubierto esta faceta
de mí.
Me coloqué frente a él, obligándole a
mirarme a los ojos.
-Humano, hombre lobo, elfo…me da igual
que seas o en que creas- le advertí- no voy a sentir miedo de lo que puedas
llegar a hacer, de tus actos, de nada. Sigo aquí, siempre seguiré aquí.
-Hay momentos en los que no me puedo
controlar, aunque una mitad de mi sea humana, la otra mitad es mucho más
fuerte. Se apodera de mis emociones y sentidos. Y si llego a hacerte daño,
Kiara?- miró al suelo cabizbajo, arrancando pequeños fragmentos del hierba del
suelo- No me lo perdonaría- susurró.
-Yo no me perdonaría que pienses eso- y,
acto de un impulso, besé apasionadamente sus labios.
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